Bolsa de Noticias

Decimos lo que no dicen los demás

El contenido de esta página requiere una versión más reciente de Adobe Flash Player.

Obtener Adobe Flash Player

Noticias Principales

 

 

 

Transmisión en Vivo

 

Ediciones Agosto
Dom Lun Mar Mie Jue Vie Sab
1 2 3 4 5 6
7 8 9 10 11 12 13
14 15 16 17 18 19 20
21 22 23 24 25 26 27
28 29 30 31

DESDE MI VENTANA

De la civilización a la barbarie

 

El globo ha pasado de un estadio civilizado a la barbarie perpetua. Parece que no hay espacio para la paz, salvo en escasos tiempos de sosiego. La tregua se da para tomar impulsos destructivos. El mundo, que aparentemente había dejado atrás las dos sangrientas guerras mundiales,  ha enloquecido y está sumido en una guerra sin fin. Tras el asesinato del sacerdote Jacques Hamel en Francia por radicales islámicos, el papa Francisco desempolvó su teoría de una “tercera guerra mundial a pedazos”, para explicar este caos que vivimos. El Papa definió el concepto: “Hay guerra por intereses, hay guerra por el dinero, hay guerra por los recursos de la naturaleza, hay guerra por el dominio de los pueblos. Esa es la guerra”. El jerarca del Vaticano se apresura para explicitar su idea para no causar equívocas interpretaciones ideológicas. “El mundo está en guerra porque ha perdido la paz”, sentenció el Papa. El hombre pareciera que su estado de confort es solazarse del caos.

 

El hombre contemporáneo siembra el mal por doquier. En México un alcalde ordena a sus sicarios matar e incinerar a varias personas; otro edil, confabulado con la policía, asesinan a decenas de estudiantes y narcos descuartizan a mujeres y hombres y filman su carnicería y luego la suben a las redes sociales. Ese  es México bárbaro, donde millones viven en la pobreza y en el analfabetismo. Al otro lado del mundo, los periódicos y la televisión informa a diario de sucesos sangrientos: Un alemán, de 18 años y de origen iraní, entró a un centro comercial de Munich y mata a nueve personas y luego se suicida. Tres días antes de esa tragedia un afgano, de 17 años, inspirado en la distorsión del islamismo, entró a un tren en Bavaria,  armado de cuchillo y hacha. Aún estaba caliente el drama de Niza donde un hombre embistió con un camión a decenas de personas. ¿Dónde está la paz?

 

En Europa ya no hay paz. El viejo Continente  está sacudido por el terror desquiciado. Tampoco en EE.UU,  hay seguridad. En Dallas, un francotirador abate  a cinco policías. Actualmente, las redes sociales alimentan  de odio a muchos jóvenes seguidores de un islam desfigurado que llaman a fanáticos a una cruzada contra los antiguos y nuevos imperios. Una guerra perdida, pero no les importa. El mundo se ha deshumanizado  por el poder, el dinero y la religión fanática. Eso no quiere decir que se haya producido una guerra de civilizaciones, como afirmaba Huntington ni mucho menos de religiones.  Cuando recuerdo aquellas fotos de hombres con sus rostros cubiertos y degollando en masa a civiles, pienso que estamos viviendo una guerra sin parangón en la historia. Esta gente no tiene una nación y un Estado, pero presumen de un Estado Islámico. Están en pie de guerra. Están dispuestos al suicidio por esa idea macabra.

 

Por eso Europa y EE.UU están bajo la rueda del miedo. Basta conectarse en internet para presenciar este terror.  Su enemigo no tiene rostro y se mueve sigilosamente por doquier para asestar el golpe mortal. Nadie sabe por dónde vendrá la próxima arremetida siniestra. No tienen un Estado reconocido como tal ni diplomáticos que los representen ante la comunidad internacional. Son los nuevos fantasmas que recorren violentamente la faz de EE.UU.  y Europa. Yo, sinceramente, no admito ese tipo de violencia insana. No encuentro justificaciones. El hecho que EE.UU haya arrojado sendas bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki no justifica ese nuevo terrorismo, que impulsa el radicalismo islámico.

 

En aquella época Estados Unidos desató una conflagración en esas dos ciudades, que las envolvió en llamas y terror. EE.UU lo justificó, diciendo que puso fin a la Segunda Guerra Mundial. El fin no justifica los medios. Pero a decir verdad, eso fue uno de los peores casos de terrorismo de Estado. Los pueblos de esas dos ciudades desaparecieron y los que sobrevivieron jamás olvidaron ese cataclismo causado por sendos aviones que vomitaron muerte. Igualmente, Estados Unidos, Francia e Inglaterra invadieron pueblos y los sojuzgaron. Y eso no ha sido olvidado por esos pueblos que ahora enarbolan el terror para vengarse de los imperios blancos.

 

Recuerdo que ese 11 de septiembre miraba la televisión con mi madre María Luisa Salinas cuando las dos gigantescas torres caían, una a una, hasta quedar hechos escombros. Las imágenes mostraban personas arrojándose al vacío antes que morir incinerados por el fuego que consumía a las dos torres. Esa gente civil era tan inocente como los que murieron en Hiroshima y Nagasaki.  Por qué recurrir a ese tipo de violencia? Nunca lo entenderé. Mientras América Latina se mece entre la pobreza y la lucha por el poder, en otros lados apareció una vieja amenaza: el radicalismo islámico.  La lucha entre el proletariado y la burguesía quedó sepultada en el basurero de la historia.  Los Tupamaros, Uruguay,  Sendero Luminosos, de Perú; la FARC, de Colombia, el Ejército Guerrilleros de los pobres,  de Guatemala;  MNR, de Bolivia; entre otros, desaparecieron. Antes aplaudíamos sus acciones.  Hasta la figura del Che se volvió objeto de comercio.

 

Los trabajadores están exhaustos, sin empleo y sobreviviendo. La lucha de clase no les interesa a los jóvenes de hoy, que cazan pokémon e idolatran facebook y los celulares de  última generación. Los pueblos desconfían de los líderes de la oposición. Pareciera que ya no hay mártires ni  héroes a quien seguir. Los despreocupados chicos (as) están catando cervezas,  viendo fútbol y persiguiendo doncellas.  Son indiferentes. Nadie quiere saber de guerras. No tiene fuerza para la rebelión con esa burguesía que penetra los intersticios del poder político. Hoy por hoy esa burguesía disfruta sus mejores momentos.

 

Los sacerdotes, políticos de sotanas, está recluidos en sus iglesias y los evangélicos predicando por las almas atormentadas y saboreando la política, mientras su rebaño está hambriento.  En tanto, Europa, particularmente, apenas empieza una guerra caótica contra soldados islámicos sin rostros. La periodista Isabel San Sebastián afirmó “su teocracia fanática cayó derrotada aquí hace siglos por el poder de la razón”. A pesar de esas voces histéricas, ese ejército islámico crece desmesuradamente cada día, mientras el europeo se refugia en su búnker a ver pasar la tormenta de este siglo impetuoso y colérico.

Denis García Salinas

Descargar Ediciones Especiales 2015