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Ley 779: la ofensiva de los machos

Por Roberto Larios Meléndez / rlarios@poderjudicial.gob.ni

La arremetida que dos obispos de la Conferencia Episcopal lanzaron este fin de semana contra la Ley Integral Contra la Violencia Hacia la Mujer (Ley 779) y el Código de Familia, debe tener felices a muchos machos nicaragüenses.

La doctora Alda Facio, conocida jurista feminista directora del Programa Mujer, Justicia y Género del Instituto Latinoamericano de Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente (ILANUD), al comentar sobre los recursos de inconstitucionalidad que penden en la Corte Suprema de Justicia contra la Ley 779, manifestó que eso no era de extrañarse, sino por el contrario, algo "normal" en todos los países donde se han aprobado este tipo de leyes.

Sin embargo, la ofensiva de los machos no deja de ser un poco extraña. Si recordamos, la aprobación y entrada en vigencia de la Ley 779 en 2012 fue aplaudida por distintos sectores de la sociedad nicaragüense y no generó ningún rechazo de importancia. Desde distintas partes del mundo saludaron este avance legal de Nicaragua, que nos puso a la par de otros países de vanguardia en el esfuerzo de los Estados por impulsar políticas de promoción de la igualdad verdadera, más allá de los simples enunciados formales de las leyes.

Por eso ahora sorprende esta reacción de "efecto retardado", sobre todo el ver a estos dos obispos nicaragüenses asumir de manera tan firme la defensa de la misoginia.

Las declaraciones del Vicario Pastoral de la Familia de la Arquidiócesis de Managua, Monseñor Silvio Fonseca, son para sonrojar al mismo diablo. Dice Monseñor que la Ley "inclina la balanza hacia las mujeres y deja desprotegidos a los hombres". ¿Será por eso entonces que desde que la Ley 779 entró en vigencia se han incrementado los asesinatos y los casos de mujeres macheteadas por estos hombres "desprotegidos"?.

Omar Antonio Aráuz Martinez, la bestia que el 2 de Febrero enterró viva en Matagalpa a Zaida Janet Guzmán Matus, la muchacha de 16 años, luego de darle con una tranca en la cabeza y violarla vaginal y anal, debe haber sentido "protegido" ahora que oyó de las declaraciones de Monseñor.

Agrega el prelado que "ya se preveía que iban a existir mujeres "vengativas" que usan el engaño para perjudicar a los hombres". Con lo cual nos hace retroceder en el tiempo hasta el Génesis, a la historia de Eva, la némesis y principio de la maldad de todas las mujeres, "obligando" al pobre Adán a comer de la fruta prohibida.

No conozco personalmente a los obispos Silvio Fonseca y René Sándigo, no sé en qué ciudades, pueblos o barrios nacieron y se criaron, pero a juzgar por sus declaraciones a los medios, pareciera que tuvieron la suerte y el privilegio de no haber estado nunca en contacto con el fenómeno de la violencia, algo por cierto muy raro y difícil en Nicaragua, donde de cada un nicaragüense dos sí sabemos lo que es la violencia intrafamiliar. ¿Será que los ilustres prelados nacieron y se criaron en el cielo?.

¿Será que nunca vieron llegar a una mujer con el ojo morado a la misa del domingo?, ¿será a lo mejor que estos llantos y lamentos quedaron cobijados bajo el manto del secreto de confesión y por eso no lograron calar en la conciencia de estos pastores solo de los machos del rebaño?.

Resulta altamente significativo que esta reacción de los obispos se produce en momentos que se celebraba en Nueva York la 57 edición de la Comisión de la ONU sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer, al cabo de la cual 130 países condenaron este lunes la violencia contra las mujeres y se comprometieron a tomar medidas concretas (como en el caso de Nicaragua con la Ley 779) para acabar con la violencia de género.

"La violencia contra las mujeres es una horrenda violación de los derechos humanos, una amenaza global, una amenaza para la salud pública y un escándalo moral", afirmó el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, al cierre de la asamblea.

Pero a contrapelo de la opinión del mundo, Monseñor Silvio Fonseca se preocupa más por la "aflicción" que les causa la Ley Integral Contra la Violencia a los "feligreses" (léase machos) nicaragüenses y asegura que "desde su experiencia con los feligreses ha sentido el "temor" de los hombres a ser perjudicados". Olvida Monseñor que a diferencia de los hombres, las feligresas no es solo "temor" lo que sufren, sino también golpes, insultos, patadas y machetazos.

"Ahora los feligreses se cuidan mucho de expresiones, de miradas, se cuidan de cualquier cosa, porque si de la otra parte (las mujeres, se entiende) hay sentimientos de venganza, hay la forma de perjudicar con esta ley", dijo Monseñor. ¿Será que el obispo está acostumbrado –y al parecer lo consiente-- a ver a los hombres piropear a las mujeres en las misas y ahora, con la ley, ya esto no se puede hacer?.

Qué contradictorio con el dato que proporciona la Procuradora Especial de la Mujer, Déborah Grandinson, quien afirma que anualmente 35 mil mujeres acuden a las Comisarías de la Mujer a denunciar actos de violencia. ¿Cuántas denuncias de hombres (perdón, feligreses) tendrá documentadas Monseñor Fonseca?.

La directora ejecutiva de ONU Mujer, Michelle Bachelet, presentó en esa reunión de Naciones Unidas un dato del Banco Mundial donde se afirma que "más mujeres de entre 15 y 44 años mueren como resultado de violaciones y violencia doméstica que de cáncer, accidentes de autos, guerras y malaria".

"La Comisión pide encarecidamente a los Estados condenar con fuerza todas las formas de violencia contra las mujeres y niñas y abstenerse de invocar toda costumbre, tradición o consideración religiosa para sustraerse a su obligación de poner fin a esta violencia", proclama la Declaración de la ONU que algunos de nuestros ilustres obispos al parecer se niegan a reconocer y aceptar.

En lo personal, a mí, como católico, la actitud de estos obispos misóginos, me resulta altamente frustrante. Y me confirma una vez más las razones del Papa Benedicto para renunciar y llamar de esa forma la atención de una iglesia –como la representada por los dos obispos a que he hecho referencia-- cada vez más alejada de su misión pastoral.

El nuevo Papa Francisco clama por misericordia. "Un poco más de misericordia hace al mundo un lugar menos frío y más justo; creo que nosotros somos a veces como estas personas (las que querían lapidar a la mujer adúltera), que por una parte quieren escuchar a Jesús, pero por otro lado, a veces nos gusta arrojar piedras y condenar a otros", ha dicho el Sumo Pontífice.
Monseñor Fonseca, Monseñor Sándigo: por qué no dejan ya, Ustedes también, de apedrear a las mujeres?.


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