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El " divertido resbalón" de Mark Twain por la ruta del Tránsito de Nicaragua

 

No sé si el escritor Mark Twain escogió la ruta de tránsito por nuestro país para viajar como uno de los tantos americanos ambiciosos que se unieron al gran éxodo  hacia California en busca de oro. En 1848, James W. Marshall descubrió oro en el río Americano, en California. Esa noticia desató una gigantesca oleada de aventureros en busca de ese metal. Esa búsqueda de oro relegó al olvido el interés por la construcción de un Canal por nuestro país. Desde antes que se pensara en un canal por Panamá, Nicaragua era el lugar ideal para tal proyecto. Hasta el científico alemán Alexander von Humboldt dijo que el "istmo de Nicaragua me ha parecido siempre los más a propósito para la construcción de un canal de gran tamaño".

 

Después nuestro país se convertiría en una especie de pasaje hacia las Indias. Twain viajó a nuestro país, a finales de 1866, por el gran lago de Nicaragua y el río San Juan. El autor de las obras Las Aventuras de Tom Sawyer y Las Aventuras de Hucklerberry Finn pretendía llegar, si nos atenemos a lo escrito hasta hoy, a Nueva York. Twain seleccionó la ruta del tránsito por nuestro país para no cruzar los EE.UU por tierra. Esa experiencia, el novelista la plasmó en su libro "Viajes con el señor Brown", publicado en 1940.

 

En su relato Twain no da la impresión que él haya caído en el "delirio que se apoderó de su país" por la exploración de oro en California. En su libro, Twain cuenta que tras viajar en barco durante diez días, él continuó su trayecto en diligencia, el 31 de diciembre de 1866. El asegura que entre San Juan del Sur a la Virgen, puertecito del Lago de Nicaragua, había doce millas. Twain tenía una mente fotográfica que todo lo que ve, luego lo escribiría en su libro. El periodista y ex diputado Pedro Joaquín Chamorro relató en la ceremonia celebrada en un hotel de San Juan del Sur, el jueves 29 de diciembre pasado, que Twain vio un letrero publicitario que decía: "Compre una camisa Ward". Twain, dice Chamorro, se molestó por esos "anuncios canallas para desnaturalizar los paisajes en que uno podría extasiarse". En su libro, Twain cuenta que navegaba en el barco en un "mar sin orillas", es una frase del gran escritor norteamericano Edgar Allan Poe, escrita en su poema Dreamland.

 

En su cuaderno de anotaciones, Twain apuntaba sus impresiones sobre la belleza de los naturales, sus dientes blancos y sus caras bonitas, y sus comidas, así como la floresta. "Venden café, té, bananos, naranjas, piñas, huevos cocidos, guaro aborrecible..." relató, tras agregar que muchos pasajeros que comieron todas esas viandas lo pagaron con sus vidas. El cólera había caído como una maldición, traído por el bergantín "Santiago de Cuba" que hubo atracado en ese lugar. Twain contó que el cólera causó 35 muertos. A pesar de esa tragedia, Twain estaba cautivado por el paisaje maravilloso de San Juan.  Qué bien se podría vivir en sus boscosidades, en sus laderas bañadas de sol..." Twain se quedó absorto también por los dos volcanes gemelos del centro del hermoso lago que emergen como dos maravillosas pirámides. El barco "El San Francisco" transportaba a Twain, a La Virgen durante su "divertido resbalón a través de Nicaragua". El recuerda que el "tránsito de pasajeros es tal que de cada dos casas en San Juan del Norte una es posada; allí por medio dólar le dan a usted una buena cama". Si Twain viajara en el tiempo se asustaría de los cambios que ha experimentado también San Juan del Sur, principalmente, atestado de rubios y rubias estadounidenses. San Juan del Sur es ahora un bonito poblado lleno de hotelitos, restaurantes y bares, muchas propiedades de extranjeros. La diversión con aroma de cerveza y licor deja buen dinero al lugar. La prosperidad llegó a los propietarios.

 

Y ese San Juan del Sur que Twain dejó perdido en el pasado ha experimentado un inusitado renacimiento. Incluso el escritor David I. Folkman escribió en su libro La Ruta de Nicaragua que la "intrusión de William Walker afectó el tránsito por Nicaragua." Este escritor se atreve afirmar que esta ruta hubiese superada a la de Panamá, que a la postre es donde se construye el Canal Intercoeánico. Sin embargo, los sueños de Nicaragua se esfumaron en un santiamén por las correrías perversas de Walker. Como habíamos escrito en el anterior artículo cuando Walker se pone a favor de Margan y Garrinson y anuló el contrato en febrero de 1855 de la Compañía Accesoria de Tránsito acabó "con la fructífera administración de la ruta por Nicaragua." Folkman describe en ese entonces cómo era San Juan del Sur. "La entrada de San Juan del Sur ofrecía a la vista un panorama parecido al de La Virgen. Unos cuantos hoteles habían surgido a lo largo de la curvada y arenosa playa para alojar a los que esperaban la llegada de los vapores de San Francisco. No se veían trazas de calles y todo el puerto revelaba a su nacimiento súbito. Algunos de esos hoteles suministraban solo hamacas o catres alineados en puro suelo y bajo un bareque de techo pajizo."

 

Hasta los artistas famosos norteamericanos han llegado a esta zona para darse un "divertido resbalón" en este lugar que desde el viernes hasta el domingo sus nuevos pobladores (norteamericanos y europeos) permanecen en vela en un bar o discoteca bailando e ingiriendo cerveza toda la noche. Hay turistas con fajos de billetes hospedados en los principales hoteles de lujos y mochileros que duermen hacinados en casas convertidas en hostales y hotelitos. Estos rubios mochileros, caracterizados por sus chinelas de hule, shorts y camisetas de playas se conforman en comer carne asada, pollo y cerdo asado y gallo pinto en lugares habitualmente visitados por parroquianos. De madrugada se les puede ver a los extranjeros confundidos entre los naturales haciendo filas para comprar tacos en lugares económicos de ese poblado.

 

San Juan del Sur podría apostar que actualmente tiene más edificios verticales, residencias y hoteles que no se ven en otras provincias de Nicaragua. La iniciativa extranjera, principalmente, ha desarrollado esa ciudad.  Los hoteles y residencias, propiedad de extranjeros principalmente,  han crecido como hongos después de una copiosa lluvia de invierno. Los cerros que rodean la bahía de San Juan han construido mansiones de millonarios locales, políticos, empresarios y extranjeros. Y el malecón fue escogido para develizar dos estatuas al poeta Rubén Darío, y el escritor norteamericano Mark Twain, que pasó por este sitio hace 150 años cuando el Príncipe de las Letras Castellanas ya había muerto. Gracias a una invitación del poeta Emilio Zambrana asistí a San Juan del Sur para presenciar ese gran evento literario, presidido por la embajadora Laura F. Dogu, el máximo representante de Cultura, Luis Morales y el empresario turístico Inmanuel Zerger. Sin duda mi viaje a San Juan del Sur fue un "divertido resbalón" literario.

Por Denis García Salinas

 

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