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Cuerpo incorrupto
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Magda Rendero, -tenía 5 años cuando murió el padre Odorico D´Andrea, marzo 1990-, fue sorprendida por el hallazgo en la exhumación del cuerpo del sacerdote italiano de la Orden franciscana de Frailes Menores, que hizo en San Rafael del Norte su apostolado, en 2007, y que en 2016, cumplió cien años de nacido. Dice (20/8/2016): “Cuando lo iban a exhumar -17 años después-, los enviados del Vaticano pensaban que encontrarían los huesos; indicaron las medidas para el ataúd en donde colocarían sus restos para volverlo a enterrar. Pero, cuando lo sacaron, resultó que tenía su cuerpo completo. Entonces se tuvo que modificar el ataúd y el sarcófago. Mi abuelito, Agustín Rendero, -carpintero desde la época que el padre llegó-, fue el encargado. Tuvo, en el corre-corre del momento, que buscar a alguien que le ayudara para aumentar el tamaño del ataúd para que el cuerpo alcanzara, igual pasó con el sarcófago de concreto, el profesor Jesús Gutiérrez debió modificarlo. A mi hermano Víctor, mi abuelito lo llamó para que le ayudara; subió al Tepeyac como a las siete de la noche un 17 de octubre de 2007. Lo primero que hicieron fue mostrarle el cuerpo del padre y sorprendido, se persignó al verlo completo. El féretro lo ajustaron entre varios, mi hermano, un primo y otros. El ataúd está dentro del sarcófago, se conserva al lado derecho de la capilla del Tepeyac, en San Rafael del Norte, en donde muchos visitan a fray Odorico”.
Este acontecimiento, en el que participó el Dr. Oscar Bravo (Instituto de Medicina Legal), el Rev. Luca de Rosa (Congregación de la Causa de los Santos, Santa Sede), y autoridades civiles y religiosas, se convirtió en noticia. Es único en la historia de Nicaragua. Sorprendió a creyentes e incrédulos, a quienes conocieron al Siervo de Dios, oyeron de él o lo ignoraban. Al hecho, cada quien podrá encontrarle explicaciones convenientes, desde la ciencia, la duda y la fe.
En la Iglesia Católica, hay algunos reconocidos santos, señalados como modelos imitables por su vida ejemplar, cuyos cuerpos permanecen incorruptos (propiedad de un cadáver de no descomponerse después de la muerte, a pesar de no haber sido embalsamado ni preservados). Entre ellos: Juan María Vianney, Clara de Asís, Rita de Casia, Pio de Pietrelcina, Juan Bosco, Francisco Javier, Pío X y Vicente de Paul. En muchos de estos y otros sepulcros, incluido el de Francisco de Asís y Teresa de Ávila, ocurrió además la “osmogenesia”, liberación de aroma agradable, suceso extraño a un cadáver. Entre practicantes de otras religiones también han encontrado cuerpos incorruptos, uno de los más famosos es el lama budista ruso Dashi-Dorzho, su cuerpo permanece en el monasterio de Ivolginsk (Rusia). Algunos son increíbles por el grado de preservación durante largo tiempo sin que utilizaran métodos para embalsamarlos. Las causas de preservación están en disputa, señalan principalmente dos: i) que la religiosidad y vida ejemplar del individuo penetró en la carne y ocurrió un fenómeno metafísico que incidió en lo corporal, ii) obedece a condiciones físicas, ambientales o químicas, condiciones de humedad, temperatura, sitio del entierro, alimentación del individuo, etc.
Algunos afirman: “es una farsa de la Iglesia para colectar fieles”. Suelen indicarse, como explicaciones al fenómeno: i) saponificación: cambio en grasa corporal al convertirse en compuesto céreo similar al jabón, forma una coraza blanquecina, ocurre en terrenos húmedos, sin acceso al aire., ii) momificación cadavérica: por frío extremo y perpetuo, iii) corificación: bloqueo de putrefacción por ausencia de oxígeno al sellar ataúd, iv) congelación: por frío intenso y prolongado, v) ayuno, dieta y metabolismo: abstinencia de comidas y bebidas puede evitar degradación del cuerpo.
El raro fenómeno curioso en el cuerpo del padre Odorico podría ser “saponificación”. Muchos creyentes dicen: “es un milagro”, evidencia la santidad del religioso franciscano. ¿Qué hace realmente ejemplar e imitable a una persona? ¿Su aspecto, su cadáver, o su vida misma? Sin duda, la forma en la que su cuerpo fue encontrado en la exhumación, no determina la santidad y veneración, no es lo que fundamentó el respeto entre creyentes y no creyentes. Fueron las obras que impulsó para la comunidad, su labor pacificadora y de diálogo, su actitud solidaria y caritativa hacia los pobres, su mensaje humilde de esperanza y fe, la congruencia entre lo que creía y hacía. Supo hacer las cosas cotidianas de manera extraordinaria.
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Francisco Javier Bautista Lara
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