*Wilfredo recomienda a los candidatos

Reflexiones para una campaña electoral

III Parte y final

Por Wilfredo Navarro

No se puede ganar dando saltos improvisados, se necesita una estrategia. Tenemos que ver la campaña como una guerra, en la que todos sus elementos no están aislados, sino interactuando entre sí. La política es pasión, la estrategia es racional. El fin de la estrategia no es satisfacer al candidato, sino conseguir metas concretas.Recuerde que los incondicionales pueden ser tu peor enemigo, oigamos a los que piensan distinto. Si tu equipo no te contradice nunca a lo mejor habrá que cambiarlos.

No debemos estar sujetos a la agenda que nos plantean nuestros adversarios y los medios de comunicación. No debemos luchar en terrenos escogidos por otros, pues nunca nos favorecerán. Debemos plantear e imponer nuestra propia agenda, nuestros propios objetivos. Muchos creen que hay que responder todos los ataques. Hay que ser racional en esto y sólo responder cuando sea necesario. Pues si no estaremos todo el tiempo respondiendo lo que nuestros adversarios quieran. Nosotros somos los que debemos delimitar el terreno de la discusión y el debate, planteando con firmeza nuestros propios temas.Los resentimientos y rivalidades personales, ciegan la mente de los políticos y los llevan a análisis cargados de pasión, lo que los hace poco objetivos. Debemos mantener siempre frío el corazón y despierta la mente. Recordemos que las pasiones partidistas, son un elemento fundamental de la irracionabilidad.

Los organismos llamados movimientos sociales o sociedad civil son de poco peso electoral y no determinan los procesos electorales. Son pocos, pero más activos que los grupos mayoritarios (Partidos) y por tanto no dejan de tener un peso cualitativo, más que cuantitativo. No olvidemos que los medios les dan un gran despliegue publicitario. Por lo que habrá que tener cuidado con ellos.No existen los consensos. Siempre habrá opositores de uno u otro lado, algunos más duros o blandos que otros. El consenso es una ficción política, para ocultar las imposiciones de los más fuertes. De hecho, la política es contradicción, es lucha.

Todo lo que se hace o se decida, tiene sus ventajas y desventajas. Antes de decidir, hay que sopesar las opciones, cuáles pesan más o cuáles tienen menos incidencia de daños.Recordemos que para la mayoría de la población, la política no es algo interesante. La participación de la gente en la política es de baja intensidad por largo tiempo y de alta intensidad por poco tiempo (Campañas electorales). Por ello hay que saber aprovechar los momentos y los tiempos.No olvide que es candidato, no maestro. No pretenda cambiar la mente de la gente. Trate de comunicarse con ella. No hable de lo que para usted es importante, sino lo que para ellos es importante.

Los mensajes deben dirigirse a los intereses reales de la gente. No se hacen para satisfacer el ego del candidato o para fastidiar a la oposición. Recorda que la gente tiene interés en asuntos materiales. Hay que buscarle solución a sus necesidades inmediatas.No sea aburrido. La política ha sido siempre un espectáculo, pero los espectáculos han cambiado mucho y se han complicado. Hay que usar todos los medios posibles para atraer a los diferentes sectores de la sociedad, con escenarios atrayentes.No hay que perder el sueño ni quebrarse la cabeza por los editoriales de los periódicos. Los leen muy poca gente y generalmente lo hacen tus adversarios o los que no representan o generan opinión en los sectores populares.

Los medios de comunicación, lo repito, son ante todo un negocio y compiten entre ellos por vender más o atraer más atención. Además tienen su propio sesgo político, pero se inclinan al sensacionalismo. También hay que tener en cuenta que los medios de comunicación, como en la mayoría de los países de América Latina, son monopólicos, empresas familiares o controlados por los más ricos o las clases dominantes de los países, respondiendo a intereses determinados.La gente quiere resultados, cosas positivas y concretas que mejoren sus vidas. De eso es que hay que hablar. En definitiva hay que llamar la atención de la gente, pero con cosas que el público quiera oír.