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DESDE MI VENTANA

Ricardo Trejos:

El periodista que siempre tuvo nostalgia

de tertulias y de lo humano y lo divino

 

Por Denis García Salinas

 

Ricardo Trejos Maldonado pertenecía a una tribu de periodistas bohemios, grandes conversadores y excelentes redactores. Trejos, un hombre alto y moreno y de bigotes,  fue parte de una élite de grandes periodistas, encabezados por Danilo Aguirre; Horacio Ruiz, al que más admiré periodísticamente; Ignacio Briones Torres; Juan Maltez;  Manuel Eugarrios; Emigdio Suárez  y Marcio Vargas, el más joven de todos ellos, entre otros.  Todos bajo la dirección de Pedro Joaquín Chamorro, el periodista valiente muerto a tiros por pistoleros somocista el 10 de enero de 1978, que desató una descomunal protesta en las calles de Managua y atisbó el fin de la dictadura. Ricardo Trejos Maldonado siempre lo recuerdo jocoso y ocurrente. Mi relación con ellos fue como un relámpago en la noche. De todos ellos tuve más relación con Nacho Briones, como le gustaba que le llamarán sus amigos. En ese entonces, era un joven periodista que aún estudiaba los últimos años de La Universidad.

 

Esos periodistas ya no existen en el país. Algunos de ellos eran universitarios (Aguirre abogado) y los otros procedían de la Escuela de Periodismo y unos eran auténticos autodidactas como Horacio Ruíz que solo aprobó su primaria, pero escarbando entre los libros se volvió un gran periodista que hablaba inglés y un poco de alemán.

 

Todos esos periodistas empezaron en La Prensa de Pedro Joaquín Chamorro, pero después del triunfo de la revolución sandinista Danilo Aguirre y su legión de periodistas abandonó La Prensa y se embarcaron en la aventura periodística de fundar El Nuevo Diario. Ricardo Trejos fue jefe de redacción y luego se ocupó de la página de Opinión del citado rotativo.

 

Cuando el tiempo empezó a susurrarle al oído que había llegado la hora del destierro de las oficinas donde pasó largas horas escribiendo en sus viejas máquinas mecánicas de escribir, Ricardo Trejos estaba claro de su final entre rotativas, máquinas de escribir y papeles. Pero “de una cosa estoy convencido hasta los tuétanos de que periodista de vocación solamente se jubila, con la muerte”, escribió en agosto de 2001 en el periódico que ayudó a fundar.

 

“Lo que no puedo negar es que la ausencia de las tertulias diarias, hablando de lo humano y lo divino, será congoja en mi alma”, escribió como un epitafio valiente y lleno de esperanza”. Les quiero decir a mis amigas y amigos que no me siento frustrado, ni dolido, mucho menos angustiado, me preparé bien para esta situación; eso si, estoy azorado y a la vez gozoso por el misterio que puede depararme este renacer de mi vida”. Cuando Trejos Maldonado recibió  un Doctorado Honoris Causa, se despidió en su discurso como él solía hacerlo: “Sepan dispensarme porque hablé mucho de mi persona, pero fue la única forma que encontré. Nos estamos viendo.” Ese era Ricardo Trejos Maldonado. Que descanse en paz.

 

 

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