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DESDE MI VENTANA

El despertar del “sueño dogmático” de Colón

 

Hasta que llegué a la Universidad desperté, como decía Kant, del “sueño dogmático” de la vieja educación, que después le llamarían “alienada”. Largo tiempo estuve engañado por los historiadores burgueses, sobre los viajes de los grandes “descubridores” de América. Hasta entonces yo creía, fielmente,  que Cristóbal Colón había “descubierto” América, el 12 de octubre de 1492. Nos narraban un descubrimiento apoteósico que cada 12 de octubre lo festejábamos  alegremente y se nos ocultaba lo que había detrás de ese Encuentro de dos mundos. Hasta hace poco dejamos de celebrarlo como el Día de la Raza. Ahora  le llaman Día de la Hispanidad. Otros le llaman Día de la Resistencia Indígena  Los gobiernos se encargaban de taladrarnos el cerebro a todos los estudiantes con esa historia contada erróneamente por los historiadores. Sólo nos contaban el anverso de la página de la historia del tal “descubrimiento”.  El lado oscuro de la conquista y sometimiento  era obviado.

 

Aquello no fue un descubrimiento benévolo; fue un choque de dos culturas, un encontronazo  violento y sangriento. Los colonizadores desembarcaron en las tierras “descubiertas”, blandiendo la espalda y la cruz. Sometieron a nuestros indígenas, violaron a nuestras indias, trajeron las enfermedades venéreas  de los colonizadores. Muchos latinos somos blancos por esa mezcla violenta, y saquearon las principales minas de México y Perú para transportar el oro y la plata a España que estaban en deudas con otros países europeos que se disputaban el reparto del “nuevo mundo”.  Nuestros aborígenes no rezaban a Jesús, de piel blanca y cabello café y raza europea ni se prosternaban ante un desconocido Dios. Nuestros indios adoraban otros Dioses.

 

Si bien es cierto, los españoles y portugueses diezmaron porciones de poblaciones, blandiendo no solo la espada, sino levantando la cruz, nuestros aborígenes hacían también sacrificios humanos para calmar la supuesta ira de los dioses (sol, Luna, el fuego, etcétera).  En esa etapa salvaje los indios inmolaban a niños para que lloviera o danzaban frente a una hoguera y después arrojaban al fuego a las víctimas para apaciguar la cólera de los dioses. Los indios cometieron también holocausto humano, era costumbre el incesto y la poligamia. Los aztecas fueron impetuosos, en cambio los mayas, los griegos  de América,  eran pacíficos y erigían templos y estudiaban a los astros.

 

Algunos historiadores nos hicieron creer que el viaje de Cristóbal Colón en 1492 estaba inspirado por Dios. Bartolmé De Las Casas llamó a la expedición de Colón “hazaña divina”. En las carabelas  no solo descendieron forajidos españoles, sino también curas que venían con la misión de evangelizar a esas “almas descarriadas y salvajes”, que no tenían conocimiento que existía un solo Dios blanco.

 

Otros historiadores ponían en duda absolutamente que la providencia divina había encomendado a Colón, al igual que a los otros audaces exploradores, descubrir nuevas tierras. Después de falsear la historia por largos años, otros historiadores se atrevieron afirmar que Cristóbal Colón llegó América, por accidente. El genovés pensaba que sus barcos habían atracado a una pequeña isla que pertenecía a un archipiélago adyacente a Japón, ese 12 de octubre de 1492. El, sin saberlo, había llegado al nuevo mundo, llamado América.
La hazaña de Colón no la podemos reducir a su afán de evangelizar ese mundo desconocido que ya ese continente existía independientemente de la voluntad de Colón. Después de los cuatro viajes de genovés,  otros exploradores zarparon de España y Portugal para conquistar el globo. Se buscaba nuevas rutas hacia las Indias para comerciar con el oriente. Allí también se empieza a exportar esclavos negros al Nuevo Continente.  Mientras ahora, esos negros mueren ahogados, son encarcelados  y Gobiernos se aprestan a cerrarles el paso a esos nuevos migrantes.

 

Los exploradores buscaban también como saciar la sed de oro de los Reyes de España y Portugal. La brújula les permitió a los navegantes mejorar la navegación y los adelantos geográficos permitieron comprender que la tierra no era plana, sino redonda. Además, los animaba otra misión: difundir el cristianismo, a sangre y fuego con sus arcabuces.  Y, sobre todo, conquistar, colonizar y gobernar el globo. Los nacientes imperios.

 

Todo esto bajo un gran espíritu aventurero, que no debemos de menospreciar. Expusieron sus vidas para viajar largas distancias y  mares desconocidos y peligrosos.  Hubo una gran migración: Enrique El Navegante; Bartolomé Díaz; Vazco Gama; Álvarez de Cabral, que pretendía como Colón llegar a las Indias, y los vientos llevaron sus carabelas a Brasil; Alonso de Ojeda; Vicente Yáñez Pinzón; Vasco Núñez de Balboa; Juan Días Solís; Fernando de Magallanes, quien fue más audaz que Colón, pues viajó a lugares más remotos; Jacobo Cartier que colonizó Terranova y Canadá, y Francisco Pizarro en 1532 descubrió Perú junto a Hernando de Soto; Francisco de Orellana, quien descubrió La Amazona en 1542 y no podemos dejar de mencionar los viajes de Marco Polo a Asia Central y China. Toda una historia de dominación del hombre blanco contra el indio de América.

 

Empero, la historia le jugó una mala jugada a Colón.  El mundo que él “descubrió” no recibió su apellido y debió llamarse “Columba”. Sin embargo, ese gran continente fue llamado América, atribuyéndoselo a  Américo Vespucio, comerciante y cosmógrafo florentino.

 

El conoció de los viajes de Cristóbal Colón e incluso lo acompañó en uno de sus viajes. Vespucio, dicen los historiadores, escribía mejor que Colón, y era una especie de “showman”. Este graficó muy bien el mundo “descubierto”, en cambio, las notas de los diarios de Colón resultaban “aburridas”. En fin, Colón descubrió América, pero Vespucio supo que ese era un nuevo continente. El cartógrafo Martin Waldseemuller en su mapa de 1507 acuñó el nombre de América en su honor  Américo Vespucio. (1454-1512). Espero, amigo lector, que tal vez Ud., despierte de ese “sueño dogmático” que decía el filósofo Enmanuel Kant.

Por Denis García Salinas

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