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Nuestras ancestrales fiestas patronales Por José Torrez
En poco tiempo no había ciudad española, ni villa de mestizos, o pueblo de indígenas, que no tuviera su santo patrono conocidos por los pobladores como titulares. Para las celebraciones de las fiestas patronales en cada pueblo se conforma cofradías las que están integradas por personas originarias de esta población, quienes son fieles devotos del santo patrón, las cofradías son las responsables de organizar y ejecutar las diferentes actividades necesarias para la realización de las fiestas. Cada celebración tiene sus propias características, semejanzas y diferencias, ninguna de estas fiestas patronales dura un solo día, mínimo son tres días de celebración, en las que participa el pueblo de forma masiva, las fiestas se convierten en puntos de atracción y son referencia turística, a nivel nacional e internacional.
Las visitas de los fieles devotos son verdaderas manifestaciones de fe y devoción, elementos integrales de la tradición milenaria de nuestro pueblo. En estas fiestas no puede faltar la instalación de los populares chinamos en los que se sirven platos típicos orgullo del arte culinario nacional, tales como el vigoron, el vaho, los nacatamales, el indio viejo o el chancho con yuca y las infaltables bebidas alcohólicas y los refrescos naturales como; la chicha de maíz, la cebada, el pozol con leche, y el delicioso fresco de cacao. Es a partir de los años 60s y 70s que se popularizan de forma definitiva, como los desfiles hípicos, en los que participan los mejores montados de todo el país e invitados internacionales, quienes lucen vistosos trajes y formidables ejemplares equinos. |
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Se puede afirmar que a partir de la llegada dela expedición descubridora de Gil González Dávila a nuestras tierras a inicios de 1523, se produce la primera etapa de la evangelización en nuestro territorio el que muchos años más tarde se conocería como la provincia de Nicareagua. El capitán español, se hacía acompañar de sacerdotes católicos quienes al momento de su llagada iniciaron la labor evangelizadora, bautizando de forma masiva a nuestros ancestrales pobladores.
Los principales centros difusores de la fe católica fueron los conventos, el primer convento en nuestro territorio fue el de San Francisco en León. A la provincia de Nicaragua el catolicismo popular llega definitivamente, a través de los Obispos, los evangelizadores y los misioneros de los siglos XVII Y XVIII, quienes entraron en contacto con la religiosidad mítica y primitiva de nuestros padres fundadores. De esa manera se produce una fusión de culturas y religiosidad, los ídolos que adoraban nuestros ancestrales pobladores, son sustituidos por imágenes de santos católicos, convirtieron los rituales idolatras, que se realizaban en los templos indígenas en fiestas populares, en honor al santo patrón de cada población.
Los fieles devotos hacen sus visitas en honor al santo patrón a quien le pagan promesas por favores y bendiciones recibidas, existen diferentes maneras de pagar las promesas; una de ellas es poniendo pequeñas reliquias de oro o plata en el trono de la venerada imagen. Otra forma es por medio de rezos y oraciones, las que se inician al encender una veladora o una candela a los pies de la imagen adorada, otra forma tradicional es caminar de rodillas frente al altar del santo patrón. Una de las más tradicionales es la de bailar al ritmo de sones populares o folklóricos que son interpretados por los chicheros o los marimberos quienes amenizan de forma popular esta festividades.
En cada fiesta patronal no puede faltar el desfile hípico, una antigua tradición heredada de las costumbres españolas, originalmente a esta tradición se le conocía como caballería fiel, debido a su fidelidad en el acompañamiento a la solemne procesión del santo patrón.