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Jueves 07 de Julio del 2011 Edición No.5007
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Opinión
Amílcar Ocampo Elvir
Amílcar Ocampo Elvir nace en Managua en 1960. En 1973 forma parte del Movimiento Estudiantil de Secundaria y posteriormente del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) en 1978 Amílcar Ocampo es responsable de los Comités de Acción Popular (CAP) del Barrio Monseñor Lezcano, y luego de la zona noroccidental, integrándose a la vez a una escuadra de combate.

Después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, forma parte del equipo coordinador de la Juventud Sandinista 19 de Julio en Managua, y luego labora en los Tribunales Populares Anti-somocistas (TPA) y en el Ministerio del Interior. En los años noventa concluye estudios de Derecho.

La Dirección Nacional del FSLN llama en un mismo comunicado, a la huelga general y a todas las fuerzas militares sandinistas en todo el territorio nacional, a actuar en distintos operativos y desencadenar la insurrección final El lunes 4 de junio de 1979, inicia la huelga general

En todos los rincones del país, las estructuras políticas organizativas de las distintas  tendencias habíamos pasado meses preparando a la gente para la ofensiva final, realizando centenares de sesiones de entrenamiento militar. Los jóvenes en los barrios, organizados en Comités de Acción Popular, Brigadas Populares  y Milicias Populares, habían realizado centenares de  operativos:  lanzando bombas de contacto, recuperando armas, hostigando y ajusticiando orejas, volcando jeeps de los terroríficos BECAT (Brigada Especial Contra Acciones Terroristas) y enfrentándose masivamente a las operaciones limpieza.

Las estructuras del MPU habían realizado centenares de asambleas en barrios, colegios y universidades, donde se explicaban los preparativos para la insurrección, la importancia de los refugios, de preparar reservas de agua y de alimentos, de tener información de donde se podría recoger armas y donde estaban los enemigos a controlar.
La insurrección popular sandinista no fue un estallido espontáneo de las masas populares, fue una acción animada y dirigida por grupos organizados  que respondían a las orientaciones del FSLN. Los muchachos con cierta organización y previo trabajo político, psicológico, de masas, recorrían los barrios armados de pequeñas pistolitas, bombas de contacto, con pañuelos rojinegros en sus caras, los que llamaban al pueblo a armar barricadas, a salirse a las calles, a resistir y a contribuir a la obra que pondría fin a la cruel dictadura que nos oprimía. La gente no salió por su propia cuenta. Ello explica porque  no todas las ciudades se insurreccionaron, y, aunque pocos, hubo lugares en donde la gente ni siquiera salió a las calles como se necesitaba

La insurrección final en Managua había sido concebida para que se realizara en los barrios occidentales, pero al caer el plan en manos del enemigo, (en la masacre de Xiloá), se modificó la idea inicial. Mientras el escenario principal se trasladó a los barrios orientales, los barrios occidentales debían realizar sólo acciones de distracción y hostigamiento.

Amílcar Ocampo Elvir, uno de los organizadores y protagonistas de la resistencia sandinista en los barrios occidentales, cuenta detalles de la insurrección de estos sectores.

Amílcar: En los primeros días de junio de 1979, todo el país estaba paralizado por la huelga nacional. Decidimos reconcentrar a todas las fuerzas de la zona, en la casa de un compañero que le decíamos “Arturo”, era una especie de bodega de madera,  de la Iglesia Santa Ana, tres cuadras hacia abajo. Ahí habíamos alrededor de sesenta compañeros.  En ese momento nos dimos cuenta que prácticamente no teníamos armas, no teníamos municiones, habían como cinco revólveres, unas seis escopetas, unos ciento y pico de cartuchos, prácticamente nada.

Entre los que nos reconcentramos, recuerdo a Pedro Meza “Henry”, Nidia Escobar, Julio Zepeda, Chino Braulio, que eran coordinadores de CAP en otros barrios occidentales. Ahí estaban los hermanos Camacho, Reynaldo Escobar, Silvio Escobar, Efraín Téllez “Arturo”, Manuel Sándigo, Alejandro “El Marciano”, y Zulema Baltodano, que pertenecía a mi escuadra, y muchos compañeros que ya son caídos.

Trazamos un plan que consistía en tomarnos la Tercera y la Cuarta Sección de Policía, que eran las más cercanas a Monseñor Lezcano. La Tercera ya no existe, quedaba de la Foto Lumington tres cuadras al lago; y la Cuarta estaba aquí, por El Arbolito.

Nos dimos cuenta que estas acciones no las podíamos realizar con las armas que andábamos; entonces, al día siguiente, decidimos tomarnos el barrio, golpear las puertas de las casas, para recuperar armas. Mucha gente salió con revólveres, escopetas, nos dieron municiones, y así logramos ir recogiendo poco a poco armas que nos podían servir. En las farmacias recogimos material para hacer bombas de contacto.

Empezamos a hacer trincheras por todo el barrio para lograr que la Guardia encontrara retenes y que le costara la entrada al barrio, porque cada retén era una barricada, un obstáculo. Como en Monseñor Lezcano había muchas calles de tierra, entonces sacamos vehículos descompuestos, cruzamos buses y todo lo que podía servir para impedir el paso de la Guardia. Incluso la gente sacaba de sus casas todo lo que no ocupaba: los muebles viejos, las cocinas, trozos de hierro; eso era para que la Guardia en cada esquina tuviera que ir con miedo.

La gente también abrió zanjas. Comenzamos en Santa Ana, después el Barrio Monseñor Lezcano, entramos a la Colonia Morazán y al reparto Las Brisas, en Acahualinca y la gente respondió.  Nosotros teníamos instrucciones de hacer sólo una pequeña resistencia, pero al mirar que toda la gente estaba sumada, le teníamos que hacer fuerza para que nos ayudaran a resistir. Porque aunque el frente principal estaba en los barrios orientales, entre más dividiéramos a la Guardia, era mejor.

Durante dos días, la Guardia intentó meterse por Monseñor Lezcano y finalmente lo consiguió, y empezó a limpiar las calles. Comienzan desde la Ferretería Lang hacia el lago, hasta llegar a La Ceibita, como diez cuadras. En se trayecto van combatiendo con la gente nuestra, nos hacen heridos y no teníamos cómo atenderlos; los metimos en casas particulares; o en otros casos donde su familia.

Después, la Guardia logra meterse por el sector de la estatua de Monseñor Lezcano, empieza a limpiar toda la gente que teníamos. Choca con una avanzada y en una trinchera cae Reynaldo Escobar y otro compañero llamado “Israel”, Silvio Porras75.

Nota de Mónica: Pedro Meza “Henry” explica que Silvio Porras “Israel” inició la caminata del repliegue hacia San Judas  y fue herido en la acera de la Foto Lumington. El compañero Fanor Gaitán se ofreció a  sacarlo para que lo atendieran, pero la Guardia los capturó y asesinó a ambos en la cuesta de Las Piedrecitas el 15 de junio.
Managua: El desconocido papel de los barrios occidentales