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DESDE MI VENTANA

Alvaro Urtecho, un poeta demasiado humano

 

Por Denis García Salinas/ Desde Mi Ventana

 

En ese rostro aparentemente adusto y serio del gran poeta Álvaro Urtecho se escondía un niño y un profundo ser humano. Los últimos años me tocó salir con él y el poeta Ariel Montoya. Este lo calificó como el último bohemio de las tribus de poetas que deambulan por el país. En el Centro Cultural Pablo Antonio Cuadra se celebró un Ciclo de Conferencias sobre la poesía de Álvaro Urtecho. No hay duda que Urtecho fue un poeta con mayúscula. Pero hoy queremos dimensionar, reitero, su condición humana, demasiado humana. Todos hablan y escriben sobre su poesía. Por tal razón, me limitaré a destacar su bondad de amigo y citaré algunos versos.


A él nunca le escuché denostar contra sus colegas y más bien era amigos de todos, con sus raras excepciones que le envidiaban su gran verbo poético. Urtecho era un hombre muy culto y, a pesar de esa vasta cultura, nunca se creyó el gran poeta que era. El fue una persona sencilla. Ya Jorge Eduardo Arellano había afirmado en un periódico que Urtecho se nutrió de lecturas europeas. Entre los que menciona Novalis, Rimbaud, Rilke, Nietzche, Leopardi Vakéry, Alexaindre, Ciorán, entre otros.


El conocimiento humano no le era indiferente a Alvaro Urtecho. A él le fascinaba también la historia. Recuerdo que en cierta ocasión asistimos a un ciclo de conferencia de historias pronunciadas por un historiador francés. Siempre en cualquier lugar alguien se le acercaba para saludarlo efusivamente. Ya sea en una universidad, en un centro cultura, en un restaurante o en un bar. El era un bohemio, quizás el último bohemio que pisó el suelo provinciano nicaragüense, diría Ariel Montoya, su gran amigo. A pesar de su bohemia, le rehuía a los lugares contaminados de ruidos y se alejaba de las polémicas absurdas y ofensivas. A él le gustaba cantar. En cierta oportunidad en la casa del periodista y editor Róger Suárez, el poeta cantó canciones de Rafael.


Álvaro Urtecho nació en la ciudad de los mangos, Rivas, el primero de noviembre de 1951, ahí pasó su niñez y adolescencia. Falleció en el 2007, pero ya él había creado una gran obra, que es un legado para la poesía nicaragüense y latinoamericana. En Rivas abundan los árboles preñados de abundantes mangos. En uno de sus poemas cantó a esa rica fruta: "mango de infinitas aguas y vertientes…" Era hijo del Dr. Rafael Urtecho Sáenz y Lilliam Lacayo Marenco. El era un pequeño burgués rivense, pero nunca se comportó como tal, ni mucho menos como un petulante por sus raíces.


En ese submundo de poetas existe mucha soberbia. Más bien Urtecho era un hombre bonachón y rico en amistades. No le desvelaba el dinero ni el poder, que tanto subyuga a moros y cristianos. Tampoco le preocupó la muerte cuando fue hospitalizado. "Pasaremos como la hierba deshecha por el viento/ Partiremos sin retorno." Cuando Ariel y yo lo fuimos a ver a su residencia en Linda Vista, estaba postrado en cama y rodeados de montañas de libros que devoró a temprana edad.


El Centro Cultural Pablo Antonio Cuadra tributó en su honor un Ciclo de Conferencias en su honor. El panel de conferencista estuvo presidido por Jorge Eduardo Arellano, Noel Rivas, Erick Aguirre y Dagoberto Avendaño quienes disertaron sobre la vida y obra del poeta. Amigos, familiares y colegas del poeta nicaragüense Álvaro Urtecho se dieron cita. Se le respeta como crítico de arte por sus amplios conocimientos sobre la pintura latinoamericana y europea cultivados en sus estadías en Francia, España y Costa Rica en los años 60 y 70. Fue un poeta, crítico literario y ensayista en lengua castellana, Urtecho representa a uno de los intelectuales más completos de Nicaragua, contó el periodista de Bolsa de Noticias, Wilmer Medrano que asistió a ese evento cultural. Urtecho fue galardonado con el premio "Rigoberto Cabezas" en 1999, otorgado por la Asociación de Periodistas de Nicaragua (APN), fue director de "Bolsa Cultural", durante tres años fue el editor de la página de opinión del diario La Prensa, también colaboró en el suplemento La Prensa Literaria y columnista político y de gastronomía de Bolsa de Noticias.


Siempre tuvimos oportunidad de compartir como compañeros en ciertos medios de prensa. E incluso fue comentarista cultural en Radio Nicaragua. Yo recuerdo cuando él hablaba de la cultura sin tener papeles en frente para abordar temas culturales e históricos. Tenía una gran coherencia, cosa rara en poetas y escritores cuando hablan en la radio y televisión. Yo le acompañaba a esos programas culturales. Lamentablemente Álvaro Urtecho murió muy joven, pero como Rubén Darío ya había escritos grandes obras como Cantata estupefacta y otros poemas (1986), Tierras sin Tiempo (2007); Cuadernos de la Provincia y Esplendor de Caín (ambas obras escritas en 1994) y Auras de Milenio (1995) y Tumba y Residencia (2,000). Se nos ha ido un gran amigo, un buen conversador, un hombre culto y político, aunque ese aspecto no era su pasión. "Un auténtico poeta debe ser sin patria, sin partido y sin mujer". Álvaro fue fiel a sus principios y así vivió.

 

 

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