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Correos Corporativos
EDICCION ESPECIAL POLICIA 2014
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EDICCION ESPECIAL

AL BOLSAZO

Edgard Tijerino M.


QUE IMPACTO.-Provocó Rigoberto López Pérez hace 58 años cambiando su vida cobijada por la bandera de la patria, por la del dictador Anastasio Somoza García… Súbitamente, el país se sintió sacudido y al mismo tiempo, aunque brevemente, liberado. Fue una señal sobre lo que podía lograrse con suficiente atrevimiento, pensando en los otros. Una muestra máxima de sacrificio…"No ande buscando quién sea su héroe. ¿Por qué no trata usted mismo de ser su propio héroe?", recomienda el Dr. Lawrence Peter en uno de sus libros. Exactamente eso es lo que hizo Rigoberto López Pérez ajusticiando al dictador, y dejó huellas históricas... Tomó la decisión, asumió por completo la responsabilidad sin involucrar a otros, y entregó su vida sin pedir nada, ni siquiera un palmo de tierra para su sepultura... ¡Cómo no admirarlo! Yo crecí como estudiante con una imagen clara de la entrega que propone el patriotismo a seres excepcionales, gracias a Rigoberto... Era necesario asestarle un golpe a la dinastía, mostrar su vulnerabilidad pese al temible aparato represivo, y Rigoberto fue a fondo, con el corazón en los dientes y la pistola firme y certera, en su mano... Su acto, fue un poema.

EL MONUMENTO.-En el 2006, con motivo de los 50 años de la acción heróica de Rigoberto, el Alcalde de Managua, Dionisio Marenco, presentó su monumento en la Rotonda Universitaria… El acto fue hermoso y muy significativo… Fue una inversión que no admitió el menor cuestionamiento porque el héroe se lo merecía, aunque tardíamente porque debió ser un proyecto realizado en los años 80, con utilidad para el estudio de su gesta… Desde esa rotonda, Rigoberto ha estado viendo desfilar a una clase política decepcionante que sólo busca ventajas en un oportunismo verdaderamente repulsivo, distanciados miles de millas del esfuerzo realizado por el patriota… Pienso que debería existir en los colegios una asignatura sobre los héroes, mártires y figuras cumbres producidas en el terruño, para que las nuevas generaciones, además de obtener un conocimiento pleno, se sintieran apegados a todos ellos con profundo respeto y mayúscula admiración...El eco de los disparos que hizo Rigoberto, todavía se escucha en los alrededores del Club de Obreros de León.

AQUÍ YACE.- Eduardo Galeano, autor de Las Venas Abiertas de América Latina, un libro obligado a ser leído por todos, escribió lo siguiente: En plena fiesta, Rigoberto López Pérez, poeta, dueño de nada, voltea de cuatro balazos al dueño de todo... Un avión norteamericano se lleva al moribundo Tacho Somoza a un hospital norteamericano, en la zona norteamericana del canal de Panamá, y en lecho norteamericano muere. Después lo entierran en Nicaragua, con honores de Príncipe de la Iglesia... Somoza llevaba veinte años en el poder. Cada seis años levantaba por un día el estado de sitio y celebraba elecciones que lo confirmaban en el trono. Luís, el hijo mayor, el heredero, es ahora el hombre más rico y poderosos de América Central. El presidente Eisenhower lo felicita desde Washington... Luís Somoza se inclina ante la estatua de su padre, héroe de bronce que galopa, inmóvil, en pleno centro de Managua. A la sombra de las patas del caballo, pide consejo al fundador de la dinastía, guía del buen gobierno, multiplicador de cárceles y negocios; y después cubre de flores su tumba monumental... Burlando la vigilancia de la guardia de honor, la mano de alguien, mano de todos, ha garabateado de apuro este epitafio sobre el mármol de la tumba: Aquí yace Somoza, algo más podrido que en vida.

HÉROE DE EXCEPCIÓN.-Relata Wilfredo López que Rigoberto nació un 13 de mayo de 1929. El mayor de cuatro hermanos –Salvador, Efraín y Margarita- fruto de las relaciones de su madre Soledad Calero López, vecina del barrio El Calvario de la ciudad de León, mujer sencilla y hacendosa, con el médico Julio Barreto, profesional muy conocido en la ciudad; relaciones que por sus características y circunstancias recuerdan los casos paternos de Sandino y Carlos Fonseca Amador... Para los amigos de vecindario y para la mayoría de los que lo conocían en León, se trataba de un muchacho moreno, de buena estatura, sano, fuerte, amigo cariñoso, contador comercial y taquimecanógrafo, compositor de canciones románticas, músico violinista del conjunto "Buenos Aires", un poco sastre, tipógrafo y colaborador frecuente de los diarios "El Cronista" y "El Centroamericano". Rigoberto estudió primaria en el colegio de Monseñor Augusto Oviedo y Reyes "Dulce nombre de María". En sus días libres, jugaba pelota con la muchachada de los alrededores y asistía al estadio local a recrearse viendo béisbol. Solía vérsele en compañía del periodista Armando Zelaya Castro, de cuya hermana, Amparo, era enamorado.

EL MOMENTO.-En el libro La saga de los Somoza, Agustín Torres Lazo apunta: Rigoberto se acercó bailando al sitio en que se encontraba Somoza. Se subió la guayabera para sacar el revolver con la mano derecha al mismo tiempo que se acuclillaba ligeramente, levantó el brazo armado y lo apoyó con firmeza sobre la muñeca izquierda, abrió las piernas para sentarse mejor en su posición de tiro y martilló decidido las cinco balas que tenía en el tambor de su arma. Somoza acusó de inmediato el impacto de las mismas. "¡Bruto, animal! ¡Ay, Dios mío!", exclamó y se fue reclinando lentamente en el sillón, deslizándose un poco hacia abajo. Corrales Rojas, quien como otros creyó al principio que eran triquitraques los que reventaban, giró la cabeza a la izquierda buscando la procedencia del ruido, y reconoció a Rigoberto en el mismo instante en que alguien le asestaba un tremendo culatazo en la mandíbula. "Si es el poeta López", dijo Corrales, con una expresión de terror en su rostro.

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