PORTADA
tr>
OTRAS SECCIONES
Ediciones Marzo
Dom Lun Mar Mie Jue Vie Sab
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
       
Correos Corporativos
ESPECIAL BOLSA UNIVERSITARIA 2014
EDICCION ESPECIAL POLICIA 2014
EDICCION ESPECIAL EJERCITO 2014
EDICCION ESPECIAL

Los ladrones de libro

Por Denis García Salinas/Desde Mi ventana

Amigo lector no contaré una reseña sobre la formidable película La Ladrona de libros. Esta obra escrita por Markus Zusak cuenta la vida de una niña Liesse, de nueve años de edad, dada en adopción por su madre en la postrimería de la II Guerra Mundial en Alemania. La niña robaba libros en un mundo a punto de debacle. La historia empieza cuando roba el libro de un sepulturero. Pero, reitero, lo que contaré hoy no es nada de ficción, sino hechos tomado de la vida real, de nuestra provinciana vida cotidiana, que no me canso de repetir. Ni es un truco publicitario como el realizado en España cuando un auto penetra violentamente a una librería. Nuestros personajes no son los típicos ladrones que asaltan violentamente en Managua por apoderarse de algún bien. No se cubren el rostro con un pasamontaña ni, mucho menos, viajan en una moto, como los habituales delincuentes que no solo les basta robar, sino que asesinan sin asco.

Esta historia es la típica de los países empobrecidos como el nuestro. Antes de proseguir diré que la apropiación de un libro, generalmente, no es catalogado como un robo que merece ser castigado por la ley penal, dado que su valor es ínfimo a lo que se considera un robo que sobrepase los dos salarios mínimos. Cosa que no ocurre cuando se roba un libro. En la ley bíblica dice que "el solo deseo de apropiación indebida de una cosa de otro dueño está sancionado, aunque dicha sanción al no pertenecer al derecho público no sea delito, pero sí que es pecado." "Al tratarse de una acción de pensamiento y deseo no puede estar penada, dado que el derecho penal se mueve en el campo de los hechos probados". La ley mosáica, en este caso, sanciona únicamente la conciencia del hombre en el plano moral. Esta se refiere a ley de Moisés. Es decir, la ley del antiguo pueblo de Israel en la Biblia hebrea. En hebreo se llama la Torá ("Ley"), referida a los primeros cinco libros de la Biblia hebrea.

Ahora bien, cualquier persona puede dejar en una oficina un libro y nadie lo tomará, excepto algunos lectores que no tengan principios de honestidad. Quizás porque la mayoría de personas cree que el libro no tiene un valor comercial. Es un bien que no es fácil venderlo a cualquier parroquiano que encuentre en la calle. Pero si fuese un celular o una memoria no pasarán 30 segundos cuando ambas cosas hayan desaparecido. Un libro no es visto como un objeto robado que se puede vender y sacar buen dividendo. Sin embargo, desde hace largo tiempo viene ocurriendo en el país pequeños hurtos en la Biblioteca Nacional y el Banco Central perpetrados por estudiantes. Estos chicos se las ingenian para extraer de esas entidades libros y luego aparecen en las mesas de libros usados en diversos mercados de la capital. Muchos de esos libros tienen el nombre sellado de la institución lo que hace imposible escamotear el nombre del dueño original. Otros libros pertenecen también a instituciones privadas o personas particulares, incluso algunos pertenecen a personajes conocidos de la política y la cultura. He visto en el mercado libros con la firma de escritores y políticos disidentes del sandinismo.

Yo vivía una experiencia triste que me dolió mucho hace muchos años porque lastimó mis principios heredado de mi madre, una gran mujer inteligente, bonita, trabajadora y porque no decirlo triunfadora. No olvido sus enseñanzas de ser una persona honrada, de no desear ni apropiarse de lo ajeno. Resulta que yo siempre he portado un libro para leerlo en los momentos de ocio en la calle. Aprovechar el tiempo con la lectura. Esa vez yo trabajaba con un periodista que tenía una publicación y yo siempre solía llegar a su casa, con mi libro bajo el brazo. Sin embargo, la esposa del periodista aludido creía que yo le estaba vaciando su biblioteca. Nunca olvidé ese ingrato suceso que hasta hoy lo cuento. Pero la vida da giros inesperados. Pues un día estando en mi trabajo llegó ese periodista a la redacción de nuestra publicación.

Entonces, el periodista entró a la oficina donde yo estaba y siempre con mi libro sobre mi escritorio. No sé por qué fui a otra oficina, pero cuando regreso mi libro ya no estaba. Me imaginé quien lo había usurpado. Salí de inmediato de la oficina cuando veo al periodista que lo llevaba en sus manos. Le dije que era de mi propiedad, él, muy apenado, se disculpó y me lo devolvió. Otros periodistas son más cínicos. Un día le presté un libro A Sangre fría, de Truman Capote, a un burócrata que se arrastra en su oficina gubernamental como Gregorio Samsa de la Metamorfosis, de Fran Kafka. El aludido nunca regresó mi libro. Lo sigo esperando. Años después él confesó en un artículo publicado en un periódico que él robaba libros. Creo que fue su peor momento, confesar públicamente su pequeño crimen.

Pero uno se pregunta ¿Es un delito robar un libro? ¿Está tipificado en el Código Penal? Que yo sepa nadie ha denunciado a otra persona ante la policía por el robo de un libro. O nunca he leído en un periódico algún caso semejante. Tampoco yo lo he hecho público. Y nunca he visto o leído de algún gran asalto a una biblioteca o una librería. Por lo visto un libro, que contiene la riqueza cultural de los pueblos, no es considerado un objeto de valor en el globo. Más bien muchos dictadores como Hitler ordenaron la incineración de libros, principalmente los escritos por judíos y comunistas. Pero ayer que navegaba en internet encontré una noticia insólita. Un vídeo colgado en las redes sociales captaba el momento en que un auto pequeño color rojo se estrellaba contra el establecimiento de una librería. Del vehículo irrumpen tres encapuchados, pero en vez de saquear el dinero de la caja registradora, empiezan a tomar libros. ¡Increíble? Será posible que eso suceda en Madrid, España, donde se dice que más del 50 por ciento de personas no leen un libro.

Pero el atraco fue develado por BBC Mundo, que decidió investigar ese extraño robo a una librería de Madrid. El jefe de redacción estaba anonadado y no creía a lo que vía en las redes sociales: Un asalto violento contra un establecimiento. Al final descubre que el fin del robo no es más que darle un valor a esa joya llamada libro. En efecto, Fernando Gonzalo, jefe de redes sociales de la agencia BeRepublic, puso en práctica esa campaña original para promover la lectura. "En esta historia, el robo de libros no es más que una metáfora: sólo hay que sustituir libro por joya para entender el mensaje," explica Gonzalo, tras agregar que "el objetivo con el robo no es otro que poner en valor los libros, que a su manera son tan valiosos como una joya. Son joyas en sí, aunque haya personas que no lo perciben." Se trata de una iniciativa de una pequeña editorial independiente llamada Malpaso que decidió "contar una historia" para reivindicar la importancia de los libros, señala el promotor de la campaña de los ladrones de libros.

TRANSMISION EN VIVO CDNN23
ULTIMAS NOTICIAS
NÚMERO DE VISITAS