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Los dioses de la oscuridad

Por Denis García Salinas/ Desde Mi ventana

Ha regresado un hombre acusado por la justicia de dos crímenes: Lavado de dólares y asesinato de dos estudiantes. En el primer delito él se declaró culpable ante un tribunal de Nueva York y el otro en su país natal: Guatemala, un país donde recientemente se libró de la cárcel el golpista Ríos Montt. Por declararse culpable Portillo sólo cumplió año y medio de los 70 meses de cárcel que le sentenció el citado tribunal. El encierro en vez de rehabilitarlo, le estimuló más la codicia. Sus amigos reunieron a pobres guatemaltecos para recibirlo como un "salvador".

Él quiere retornar a sus maquiavélicas andanzas. Él probó el exquisito sabor del poder. El poder es una pócima que, reitero, produce adicción. Nadie se resiste al gusto de ese brebaje. Ni el avaro, ni el rico, tampoco los aferrados al dogma de la fe. Todos caen ebrios ante su poder soporífero. Portillo Cabrera es un ejemplo de ello. Él, fue presidente de Guatemala y disfrutó del poder durante su período. En ese poco tiempo se enriqueció y como todos los que llegan al trono creen que su estadía allí es perpetua.

Portillo tiene ahora el descaro de afirmar: "El país no va bien. Es necesario y urgente un cambio de rumbo". Este hombre se atreve asegurar que el "país no va bien" y no hay propuesta para "erradicar el contrabando o para sacar a las mafias enquistadas en el Estado". Utilizó bancos estadounidenses para lavar 2,5 millones de dólares, dinero que donó Taiwán. En la década del ochenta Portillo, tras una borrachera, asesinó a dos estudiantes de Chilpancingo, en el Estado de Guerrero, en México. Ninguna autoridad de México lo persiguió ni pidió su extradición. Su crimen quedó impune.

El ex presidente guatemalteco Portillo Cabrera dice que no tiene aspiraciones presidenciales, pero quiere encabezar un frente amplio para garantizar un "mejor país" para sus coterráneos. Increíble. Es un hombre que no le tiembla la mano para matar ni robar. Tampoco le tiene miedo a la cárcel. Ya estuvo preso en Guatemala y Estados Unidos. Y Portillo ha regresado a Guatemala, donde tiene grandes amigos entre la clase política y el ejército. Cuando estuvo en la Presidencia él desvió 16 millones de dólares y lo malversó con sus compinches militares, entre ellos el general Enrique Ríos Sosa, hijo de nada menos del golpista Ríos Montt.

Su padre, Efraín Ríos Montt se proclamó así mismo como el "ungido de Dios" para gobernar Guatemala. ¡Habrase visto! Cuando Portillo regresó a ese país, las noticias revelaban que lo esperaban decenas de autobuses y coches particulares para darle la bienvenida a Portillo Cabrera. Los pueblos, o parte de ese pueblo que llegó a recibirlo, carecen de memoria histórica. Olvidan fácilmente.

A sabiendas que llegaban a darle la bienvenida al primer presidente extraditado, juzgado y encarcelado en EE.UU por corrupto. A nadie le importaba por lo visto sus crímenes. Esos guatemaltecos parecen tener nostalgia de Portillo por sus dádivas que repartía. Cuando los sandinistas gobernaron el país en la trágica década del ochenta, yo escuché a personas recordar con nostalgia al dictador Somoza. Y, ahora, otros anhelan a los gobiernos liberales.
Portillo, este execrable personaje, fue presidente de uno de los países con mayor índice de violencia e impunidad de América Latina. Santiago Canton, director Ejecutivo del Centro Robert F. Kennedy para los Derechos Humanos y Profesor de Derecho de la Universidad de Georgetown, aseguraba que "el Estado, o está ausente, o no tiene la capacidad material o humana para investigar, o bien es cómplice de las bandas criminales. Como consecuencia, cientos de personas mueren diariamente y los gobiernos no hacen nada, o peor aún, ponen obstáculos en la lucha contra la impunidad."

Portillo llegó, en el 2000, a la Presidencia en Guatemala bajo la bandera del Frente Republicano Guatemalteco (FGR), fundado por Efraín Ríos Montt. Este revivió en el país una de la más sangrienta dictadura entre los años 1982 y 1983. Ya anciano ha sido sentenciado a 80 años de prisión por genocidio. Es responsable de 1.771 muertes documentadas de mayas de la etnia ixil en el área del Quiché. Los poderes ocultos coadyuvaron para que la Corte Constitucional anulara la sentencia y ordenase que se repita casi todo el proceso por el incidente con el abogado. Actualmente Ríos Montt está bajo arresto domiciliario en espera de juicio.

El presidente actual de Guatemala es Otto Pérez Molina, señalado de no contribuir a que se haga justicia en el caso de Ríos Montt, tiene su expediente mancillado. Él, antes de llegar a la presidencia, fue un alto militar del régimen de Ríos Montt que destruyó más de 600 aldeas y se violaron mujeres. Pérez Molina era jefe de inteligencia en la región Ixil, lugar del genocidio. Así, pues, este es el contexto donde vivió, y ahora es presidente.

Y Portillo tiene grandes conexiones con el ejército guatemalteco, considerado "una formación perversa vinculada estrechamente a los más grandes intereses económicos nacionales, representados por el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Industriales y Financieras (CACIF), y de las potencias extranjeras, los que ha salvaguardado con los suyos…" Guatemala es un país que causa temor. Allí está la telaraña del poder.

Aún está viva la "Cofradía", integrada por coroneles y generales amigos de Ríos Montt y Portillo. Jacobo Salán, que era miembro de la Cofradía, fue funcionario del Gobierno de Portillo, quien es su gran amigo. Portillo quedó atrapado en esa telaraña por lo cual no desenredarse. Él mantiene viva sus conexiones siniestras con el Poder.

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