Política Exterior de EEUU al Centro de la Campaña Electoral 2016
Magda Enríquez Beitler
Magda Enríquez Beitler
II - ¿Cuál es el impacto de Rusia y China?
Es evidente que existe descontento creciente con la política exterior de la administración Obama. Por lo tanto casi todos los candidatos viables están hablando de la necesidad de una política exterior más agresiva que logre que Estados Unidos recupere su papel de líder mundial. ¿Podrán lograr esa meta?
La realidad es que la relación China-Rusia se fortalece día a día. Su presencia en África y América Latina y el Caribe es cada día más visible en un claro desafío a las políticas de dominación regional de Estados Unidos, particularmente en nuestra región que tradicionalmente habían considerado su patio trasero,
Los países BRICS (Brasil, Rusia, China, India y África del Sur) lanzaron en el 2014 un Banco de Desarrollo de 50 mil millones de dólares, como una alternativa a los Bancos basados en Washington. Es evidente que el Banco de BRICS no va a terminar con el dominio estadounidense del sistema financiero global. Pero si se le suma y añade al Banco de Desarrollo de China, al Banco de Desarrollo Brasileño (BNDES) y a una lista creciente de instituciones de préstamo regionales importantes, los prestatarios del mundo no son ya tan completamente dependientes de los prestamistas Occidentales. ¡Numeritos hablan! En 2013 el Banco Mundial desembolsó 52.6 mil millones de dólares mientras que, el mismo año, su equivalente chino amplió préstamos valorados en 240 mil millones de dólares.
Ejemplo de esa nueva realidad es el tratado firmado por el Presidente Vladimir Putin y el Presidente Xi Jinping durante la visita del presidente chino a Moscú para la 70 celebración de la Derrota de Alemania Nazi en la Segunda Guerra Mundial. Mediante ese tratado Rusia y China lanzarán un fondo de 2 mil millones de dólares para invertir en proyectos agrícolas en los dos países.
Es evidente que peligro de ISIS es claramente el centro de la discusión en la campaña electoral, pero muchos hoy en día ven a Rusia como "nuestro enemigo geopolítico número uno", tal como dijera Mitt Rommey en el 2012.
Lo cierto es que mientras Washington no pareciera tener una estrategia de política exterior definida, China se proyecta con una estrategia global sustantiva y compite con Estados Unidos no solo en la economía global sino desde el punto de vista de la influencia en otros países donde ya los Estados Unidos han dejado de ser hegemónicos. Por otra parte el Presidente de Rusia, Vladímir Putin claramente dijo estar interesado en una América Latina unida, fuerte, económicamente sostenible y políticamente independiente, que se esté convirtiendo en una parte importante del mundo policéntrico y emergente del siglo XXI. Además de ser global es interdependiente por lo cual ningún Estado o grupo de Estados puede resolver los principales problemas internacionales por su cuenta. Asimismo, cada intento de establecer algún "oasis de estabilidad y seguridad" está condenado al fracaso.
Dentro de ese contexto, al surgir nuevos poderes, las relaciones de Washington con sus aliados tradicionales no son lo que solían ser. Era de esperar que al terminar la Guerra Fría los americanos y los europeos occidentales tendrían menos en común pero ambos están descontentos con Vladimir Putin por su asalto en Ucrania, pero Rusia no es la Unión Soviética ni es un poder militar global. Las naciones europeas tienen más relación económica con Rusia que los Estados Unidos, y Washington necesita la ayuda de Putin para hacer cosas en otras regiones, particularmente en el Medio Oriente. De ahí que a pesar de que los Estados Unidos y Europa hayan coordinado sus sanciones contra Rusia no sería nada raro que este año entren en desacuerdos de cómo manejarse con Putin.
De ahí que los candidatos y candidatas, para las primarias partidarias y las elecciones presidenciales del 2016, critican las políticas de Obama pero no presentan alternativas reales a fin de que Washington claramente defina su orden del día de política exterior en un mundo, donde los EE.UU ya no son el único poder hegemónico como lo era en los años inmediatamente posteriores al colapso de la Unión Soviética.
