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La Muerte del Mensajero

Por Denis García Salinas/Desde Mi ventana

El periodista GarryWebb apareció muerto en su apartamento con dos disparos en la cabeza. ¿suicidio? o ¿pasada de cuenta ¿Como diría Bob Dylan: La respuesta, querido amigo, está en el viento. En el 2004 había renunciado al San José Mercuy News, un pequeño periódico de un pueblo estadounidense. Aquel trágico suceso dominó las primeras planas de los diarios, pero después, como es usual, otra noticia se encargó de sepultar la nota de la muerte del reportero Webb. La vida de este periodista prácticamente ya había sido olvidada hasta que un director de cine la rescató del olvido y produjo la película "Matar al mensajero."

Años antes de su muerte el reportero Webb del pequeño diario investigaba un caso de traficantes de drogas. Él descubre casualmente que el negocio de venta de crack en barrios marginales afroamericanos está conectado con hombres de la CIA. Cuando Webb le revela a su jefa de redacción sobre su hallazgo, inmediatamente la dirección del periódico teme inmiscuirse en esas aguas movedizas de la política de Washington y le advierte al reportero que mejor congele esa noticia y se dedique a cazar otro tipo de información menos comprometedora y peligrosa. Sin embargo, Webb, muy obstinado, se niega abandonar su hallazgo y le pide a sus jefes que le permitan continuar investigando. Él sabe que tiene entre manos una gran historia. Sus jefes le hacen ver que ellos son un periódico pequeño y no tienen el poder de The Washington Post o The New York Times para husmear en el laberinto de los organismos de inteligencia. De ese pantano nadie sale vivo. Ni el cadáver sale a la superficie.

Después de la insistencia de Webb sus jefes acceden continuar la investigación e incluso le financian un viaje a Washington, Miami y Nicaragua, donde en la década del ochenta se libró una guerra civil, que dejó exhausta, adolorida y dividida a su población, y su economía prácticamente arruinada por ese conflicto y la pésima administración. En nuestro país el periodista Webb visita (tras confesar después de sobornar a los policías) el centro penitenciario, donde está encarcelado un narcotraficante, Norwin Meneses. Este le empieza a contar su historia en el gran mundo del narcotráfico y sus sombrías conexiones con la CIA.
A su regreso a Estados Unidos, el periodista Webb, muy entusiasmado con su historia, les cuenta a sus jefes que hombres de la CIA están implicados con los capos de la droga. y, no solo eso, en los barrios de negros los estupefacientes se venden libremente en cada esquina. Había tal cantidad de droga que la atmósfera estaba enrarecida y contaminada de crack. Mientras el crack enloquecía, destruía y aumentaba los índices de crímenes y robos en las barriadas de afroamericanos, el dinero de la venta llenaba las arcas de la CIA y el producto se utilizaba para comprar armas.

El reportero sabía que su historia era real y no era un invento, como había ocurrido con algunos periodistas que han tenido que admitir que sus historias eran falsas por la que se vieron obligados en devolver el Premio Pulitzer. Pero Webb, un periodista honesto, tenía entre manos una "bomba." Esa excelente historia sacudiría-y sacudió- de pie a cabeza a Estados Unidos. No obstante, la dirección del periódico se atemorizó por el descubrimiento de Webb. Los jefes le explican que los más importantes periódicos se encargarán, minuciosamente, a desmentir todo lo publicado por el reportero del pequeño diario.

Los grandes canales empezaron a buscar a Webb para entrevistarlo por el escándalo que ha destapado y causado la envidia de las catedrales del periodismo estadounidenses. The Washington Post trataba de minimizar el trabajo poniendo en dudas sus fuentes. The New York Times en vez de seguir la línea de sus antiguas investigaciones, más bien se encaprichó en indagar la vida del reportero Webb, los chismes y las multas que había recibido. Su vida había sido colocada bajo un microscopio infernal. Fue tal la insidia de los periódicos que revelaron un viejo amorío del reportero con una periodista (Bárbara) que después se suicidó. Ese episodio, que Webb lo llamó un "error" de su vida, puso a prueba la unidad familiar.

Pero la fama de Webb solo provocaba que su historia publicada en el San José Mercury News fuera distorsionada y mal interpretada. Los entrevistadores ponían en boca de Webb cosas que él no había afirmado en sus entrevistas. Los periodistas de televisión decían que el periodista había dicho que EEUU hacía adrede la distribución de crack en los vecindarios negros o que el Gobierno colaborara en ese tráfico de drogas para después comprar armas y enviarlas a los rebeldes nicaragüenses que intentaban derrocar al Gobierno sandinista.

Era una competencia desleal y terrorista. No solo pretendían desmentir toda la historia de Webb, sino destruirlo a él y su familia. Cuando a Webb lo invitan a la ceremonia de entrega del premio como el periodista del Año, él accede llegar al Hotel, pero a la hora del discurso el reportero les hacer ver que él solo quería decir la verdad, que nadie quiso escuchar o pretendieron ocultarla. Abandona el estrado y le entrega la carta de renuncia a su jefa de redacción que está sentada con la plana mayor del diario, que nunca creyó en él ni lo apoyaron hasta el final. La historia concluye con la renuncia del inspector jefe de la CIA, John Deutch y la publicación del informe del Gobierno en la que admite que la CIA se alió con las capos de la droga para distribuir crack entre los vecindarios pobres de los afroamericanos y el dinero utilizarlo para adquirir armas que serían destinadas a la "Contra" nicaragüense, apoyada, entrenada y armada por orden del entonces Presidente Ronald Reagan que un día dijo: "I am contra too". En suma, Gebb es uno de esos periodistas estadounidenses convencido en descubrir la verdad sin importar las consecuencias. Ellos dan la vida por una noticia. Quizás para otros no vale la pena ese sacrificio. El periodismo así como degenera en periodistas fascinados por el poder, florecen hombres probos y consecuentes con sus principios. Su tarea está centrada en buscar la verdad y solo la verdad.

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