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No somos Dioses ni criminales

Por Denis García Salinas/ Desde Mi ventana


El juicio a tres médicos absueltos por homicidio imprudente desató una fuerte polémica en la sociedad. Y, además, desenterró el disgusto de familiares de pacientes muertos en hospitales por supuestas malas prácticas médicas. Muchos de esos casos no llegaron a los tribunales y otros apenas aparecieron en los medios de comunicación, para desaparecer aplastados por otros sucesos. Si bien es cierto, el médico hizo un juramento hipocrático para curar y salvar vidas, esa profesión, como cualquier otra, está expuesta a cometer un error mortal. Aunque nadie ha hecho una encuesta para conocer la opinión de la población sobre la responsabilidad médica en estos dramáticos casos, uno se atreve a afirmar que una gran mayoría de personas exigen un castigo por esa presunta mala práctica médica. Hasta el momento en el país, ningún galeno ha sido enviado a la cárcel.

En el caso de Karina Peña López, médico general en el Hospital La Mascota, los principales perjudicados la familia nunca aceptará esa decisión del judicial, aunque se informó que, al final del juicio, las partes se abrazaron y dieron apretones de manos. La joven murió el ocho de abril pasado en el Hospital Salud Integral, tres días después de ingresar con el diagnóstico de pancreatitis. La madre afirmó, en ese entonces, que su hija recibió una mala atención médica. Según las noticias, la Fiscalía no pudo sustentar su acusación, a pesar que se aceptó que en el proceso hubo errores, pero también contradicciones en la pericia forense. Como era de esperarse los 17 especialistas en cardiología, nefrología, anestesia, neumología e internistas alegaron que el procedimiento del equipo del hospital fue "normal". De esa forma, se botó los argumentos de la fiscalía y sus peritos. Los periódicos informaban que 14 denuncias por negligencias médicas llegan a la CPDH. Solo dos o tres casos lograron llegar a los juzgados, pero sin castigar al supuesto infractor de la ley general de salud.

Estos casos de supuesta impericia, negligencia e imprudencia médica se han suscitado en cualquier hospital del mundo, pero sobre todo en los países empobrecidos, como Nicaragua. En Guadalajara, México, recientemente las autoridades dictaron 16 órdenes de aprehensión de médicos acusados por homicidios culposos derivado de negligencia médica y auto de formal prisión en contra del equipo médico de la Unidad de Terapia Intensiva del IMSS. El caso fue de un niño afectado por crisis asmática. El desenlace fue fatal. Los médicos se unieron y se manifestaron frente al tribunal con una pancarta cuya leyenda decía: "Somos médicos, no somos Dioses ni criminales."

Como en toda profesión hay médicos capaces y otros mediocres. Pero hay una casta especial de médicos que incluso se exponen a contraer el ébola para salvar vidas en Liberia, Guinea y Sierra Leona, en África. Esos son la gran excepción de la medicina. Mientras tanto en algunas-no todas- universidades egresan médicos, abogados, psicólogos, periodistas, arquitectos e ingenieros con grandes deficiencias profesionales. Nadie puede negar esto. Después que sucedió la lamentable muerte de la médica en manos de sus colegas, muchas familias no comparten la opinión de los galenos que aseguran que hubo un tratamiento adecuado para la paciente Karina Peña. Se investigó en el proceso judicial la capacidad de las tres médicas involucradas en la muerte de su colega. En las conversaciones de amigos de extraños uno escucha sus enojos por la muerte de un familiar por supuesto error, descuido o negligencia médica. Y muchos de esos errores generalmente se producen en pacientes pobres que acuden a hospitales, donde se carece prácticamente de todo. No hay camas suficientes, no hay medicamentos, en fin, falta de todo. Pero falta, sobre todo, mayor preparación de los médicos para cumplir con creces el juramento hipocrático. Pues, es una vida la que está en juego. Los que hemos sufrido esa amarga experiencia sólo nos queda llorar.

Médicos profesionales han dado la voz de alarma ante esta situación que amenaza la vida de los pacientes en los hospitales de los pobres. Por esa razón los mismos profesionales de la medicina exigen una toma de posición ética de parte de los médicos responsables de identificar, corregir, revelar y prevenir tales errores que son fatales para la vida del paciente. Lo que vemos en el caso de la muerte de la doctora Peña López es que todo el cuerpo médico nicaragüense salió en defensa de sus colegas acusadas de mala práctica médica, sin razonar, un momento, que las tres implicadas en la desgracia pudiesen tener culpa. En nuestro país ningún periódico ha publicado alguna denuncia de médicos en congresos o foros sobre esos errores y negligencias. No existe la autocrítica. A pesar que digan que no son Dioses, se comportan como tales. De esa manera nunca en Nicaragua se podrá prevenir esos inexcusables errores. Es hora que despertemos y enfrentemos esa despiadada realidad de los hechos, porque si no seguirán saliendo demandas judiciales contra los médicos o exigir una indemnización por el daño sufrido. No obstante, no hay cultura de indemnización en el país.

Estamos conscientes que la vida de esas doctoras ya no será la misma, después de la muerte de su colega. Tal vez ese "gran error" cometido les ayude a trabajar con más amor, esmero y profesionalismo. Tienen que comprender que poseen una vida entre sus manos, aunque no se cansen de repetir que no son Dioses. Por fortuna de ellas, el caso se embadurnó de política y por eso nadie terminó en la cárcel. En Nicaragua no se conoce de ningún caso de mala práctica médica que haya terminado en la Penitenciaría o expulsado para siempre de la profesión médica. Ya vimos como terminó el proceso a las tres doctoras. El mundo tiene leyes modernas ya sea para absolver o castigar a quien cometió un delito. Por esa razón, las médicas se salvaron de sufrir la desgracia de los galenos en la antigüedad. El Código Hamurabi castigaba con la amputación de su mano (del médico) si causaba la muerte de su paciente. En Grecia, Glaucus, médico de Ephestion, fue condenado a morir en la cruz por la muerte a su cliente. En los pueblos bárbaros la suerte era terrible: Entre los Ostrogodos cuando un enfermo moría por la impericia del médico, éste era entregado a la familia que decidía su vida. Atrás quedó la prehistoria de la medicina, pero ¿qué pasará más adelante en nuestro país con esas malas prácticas médicas? Encomendémonos a Dios, pues los médicos lo han dicho claramente: "No somos Dioses".

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