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El mundo contemporáneo:
Libros sin lectores

Por Denis García Salinas/Desde Mi ventana

En la antigüedad la Iglesia Católica prohibía ciertos libros que negaban la visión teológica. Giordano Bruno, astrónomo, filósofo, matemático y poeta italiano, defendía en esa época sus teorías cosmológicas que negaban que la tierra era el centro del universo. Sus afirmaciones teológicas lo llevaron a la hoguera luego que la inquisición romana lo declarara culpable de herejía. Hace muchos años en Nicaragua, el régimen prohibía leer ciertos libros "subversivos" marxistas y leninistas. En esa época la dictadura prohibía ese tipo de literatura subversiva, pero los jóvenes buscaban esos libros, a pesar del peligro que significaba que la Guardia lo sorprendiera con esos textos. En las escuelas secundarias de aquel entonces, los profesores enseñaban a leer libros de literatura universal clásica.

Paradójicamente, actualmente que hay más libertad de leer y nuevas tecnologías irrumpieron en nuestro mundo, los libros no tienen lectores. La gente prefiere chatear y wasapear. Ahora se redacta con un nuevo lenguaje y se leen textos breves. No hay lectura profunda. Ray Bradbury decía en su novela de ficción Fahrenheit 451: "El público ha dejado de leer por propia iniciativa." Esa frase resulta aterradora, pero es una verdad del tamaño de la nueva Catedral. En ese relato el autor asegura que leer impide ser felices porque llena de angustia. En esa obra de ficción, publicada en 1953, Bradbury criticó la censura de libros en Estados Unidos, impuesta por el senador Joseph MacCarthy. Ese período fue conocido como "Macarthismo," es decir, la lucha de sectores ultraconservadores contra libros y los llamados regímenes totalitarios. Antes de ese tiempo aciago, Hitler quemó libros en la Alemania nazi en 1933.

¡Leer te hace vivir mucho más!

La fantasía del novelista cobra realidad cuando uno lee informes de la UNESCO sobre la sorprendente cifra de analfabetas en el mundo, donde cada vez hay menos lectores. Infelizmente, a los pueblos se les está olvidando leer, de conocer su pasado, su presente y futuro. De agilizar su mente y disfrutar el banquete de un buen libro. Los escritores contemporáneos, que viven un mundo onírico, creen que no se podría vivir sin tales libros. Unos se atreven afirmar, como el filósofo José Luis Pardo, que sin los libros no se puede vivir dignamente. La escritora y periodista española Rosa Montero afirmó en un artículo "leer, sobre todo, te hace vivir mucho más. Leer es ganar experiencias, es sentir que no estás solo, es desarrollar la empatía con otros". La también escritora española Almudena Grandes confiesa que ha aprendido mucho más cosas en los libros que en la propia vida. Y concluye que "vivir sin leer ya no sería vivir, sino un sucedáneo insoportable de la vida".

¿Sin libros somos hombres desdichados?

Así como Marx ha quedado en el olvido, el libro parece condenado a desaparecer lentamente. Pero los escritores se empecinan en exclamar: ¡Qué sería la vida sin los libros! Es un pensamiento que contrasta con este mundo que vivimos y donde existen 700 millones de analfabetas, y miles, que saben leer y escribir y con educación universitaria, pero que no les interesa la lectura. Milagros del Corral, también escritora y ex directora de la Biblioteca Nacional de Madrid, dijo que el libro la invita "a recorrer mundos ignotos, a vivir otras vidas, a gozar y sentir, a reír y llorar, a aprobar y criticar, a pensar y a crecer… Pero el juicio más tajante es el de José Luis pardo: "Hay muchas clases de pobreza, pero la miseria de un mundo sin libros haría de nosotros, de pronto, unos completos desdichados. Pero para que los libros nos libren de esa pobreza, para que los libros sean verdaderamente libros, han de tener lectores". Yo no comparto esa opinión infalible de esos escritores, que no pueden vivir un día sin abrir una página de un libro o aquellos que prefieren una tablet. Ellos creen equívocamente que sólo leyendo se puede ser feliz o, al menos, soportar la vida en este mundo, agujerado por la pobreza y un millón de analfabetas en cada país del planeta, según la UNESCO. No creo que una persona que nunca haya leído un libro sea un hombre o una mujer "desdichada", como diría José Luis Pardo, quizás un hombre condenado a vivir entre montículos de libros y sin disfrutar la vida.

Vuelo Mágico

Esto no quiere decir que leer es una actividad definitivamente aburrida. Todo lo contrario, es un vuelo mágico de los sentidos. El doctor Rober S. Wilson, PhD del Ruysh University Medical Center en Chicago, asegura que "la lectura agiliza la memoria, la mente y retarda el decaimiento propio del envejecimiento". Estimula la creatividad, enriquece tu mapa referencial y refuerza procesos cognitivos por ejemplo afinando tu memoria. Es más relajante que escuchar música y tomar una taza de café, dicen otros. Además te libera el stress, preocupaciones y explora el dominio de lo imaginario (ficción). Ray Bradbury decía en el Fahrenheit 451: los libros son odiados porque "muestran los poros del rostro de la vida". En ese libro, donde cuentan que los bomberos no apagaba incendios, sino quemaban libros, decía uno de sus personajes: "un libro es un arma cargada en la casa de al lado. Quemálo. Quita el proyecto del arma." Y añade ¿Quién sabe cuál podría ser el objetivo del hombre que leyese mucho?"

En el mundo en que vivimos leer no te hace vivir más, ni te hace sentir que no estás solo. Según la Agencia NOP World, las personas dedican a la lectura solo 6.5 horas a la semana. Y no solo eso, los habitantes de los países que más leen no son Inglaterra, Francia, Italia y Alemania, ni Grecia, donde han surgido los grandes pensadores y escritores. Ese informe me dejó de una sola pieza. La India, desarrollado y con grandes masas de pobres, es el país que más lee con una media de 10.42 horas semanales, seguida de Tailandia, China y Filipina. Van detrás, increíblemente, República Checa, Rusia, Suecia, Francia y Hungría. En América Latina, el país que más lee es Venezuela, seguido de Argentina, donde hay grandes escritores. Uno se pregunta se puede ser feliz con libros o sin libros. O como diría Fernando Pessoa: "la literatura es la prueba evidente de que la vida no basta". ¿Qué dice, Ud, amigo lector?

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