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GRECIA, EL ARMA DE LA DIGNIDAD

Por Fabrizio Casari

Un logro increíble y que nadie imaginaba volvió a confirmar ayer a Tsipras en el timón de Grecia. Más del sesenta por ciento de los griegos han dicho un NO rotundo a las amenazas contenidas en los terceros memorándum alistado por los estrategas alemanes de caninos protuberantes. Alexis Tsipras ha mostrado tener visión de futuro político y capacidad táctica, ganando un plebiscito que fortalece considerablemente su victoria en las elecciones cinco meses antes.

Las negociaciones con la Unión Europea y con el conjunto de las instituciones políticas y financieras internacionales se reanudarán hoy con un Gobierno griego fuerte del consenso alcanzado y con un mandato de tratar con mayor rango que cualquier otro gobernante europeo.

La Unión Europea ha sufrido una amarga derrota en dos aspectos fundamentales. El primero es puramente político, ya que la acción de los negociadores en Bruselas y sus agregados ya desde seis meses se habían basado en un principio: en una primera fase tratar de impedir la llegada al gobierno de Syriza, y luego con el intento de derrocar al gobierno Tsipras.

Quería establecer un sonido de amenazas susurrantes afirmantes que un gobierno de izquierda no puede tener legitimidad en Europa y que, en todo caso, si sucediera, la coherencia entre lo que se prometió en el programa electoral y los actos de gobierno no es tolerable. El esquema es simple: los gobiernos nacionales ya no tienen ninguna soberanía y se rigen por la Comisión Europea, que por su parte, rige desde Berlín.

El segundo aspecto de la derrota europea es que la impotencia política fue acompañada all'inconcludenciaa propagandística, y se ha demostrado cómo el terrorismo mediático desatado contra la democracia griega ha resultado infructuoso, incluso contraproducente.
El referéndum, como cada elección, siempre junta un elemento de mérito con una dirección política de contexto clara. Atenas no quiere salir del Euro y no es ni siquiera imaginable fuera de Europa, donde estás bien radicada por historia, cultura y territorio y no por cortesía de los burócratas en euros.

La reanudación de las negociaciones no solo se refiere a las maniobras de consolidación del equilibrio financiero en lo inmediato, si no que tendrá que centrar la cuestión real que se encuentra en el fondo: la insostenibilidad, la inmoralidad y la ilegalidad de la deuda griega. La solicitud de la ayuda adicional a través del fondo de rescate ha sido formulada por la necesidad de garantizar la liquidez del sistema bancario y la sostenibilidad de los flujos actuales en el corto y mediano plazo, pero no requiere de por sí la aceptación de lo que ya ha sido rechazado anteriormente en la mesa de negociaciones.

Hoy se reunirán Merkel y Hollande, quienes decidirán el camino a seguir, atrapados entre la ira por la derrota sufrida y la necesidad de hacer frente a posibles tormentas en los mercados accionarios y de divisas y a no a deteriorarse aún más a los ojos de la percepción europea de la UE. Es difícil de imaginar si prevalecerán los sentimientos de venganza o de sabiduría, auténtico fundamental del arte de gobernar, pero el riesgo griego, ahora, es tal vez igualmente peligroso tanto por Bruselas como por Atenas.

Porque cualesquiera que sean las opiniones sobre el referéndum griego, está claro que desde ayer tienen más fuerzas las razones de aquellos que creen que este modelo de Europa es incompatible con la recuperación económica y la sostenibilidad social, así como con la recuperación de la vocación federalista del Viejo Continente. Por el rigor presupuestario con el pacto fiscal, las herramientas y el propósito de una Europa con conducción alemana y vocación banquera, ya no es indiscutible como si fueran tablas bíblicas. Este modelo financiero, falsamente académico, pero, de hecho, con los objetivos políticos claros, comenzó, desde ayer a agrietarse en serio.

El significado completo del voto griego está aquí: se puede correr el riesgo de morir, pero no de rodillas. Mensaje claro y fuerte que puede escucharse incluso desde España en la víspera del próximo voto de este otoño. La dignidad puede ocurrir en forma epidémica. Europa pensó en doblegar a Grecia, pero quizá es Grecia quien comenzó a cambiar a Europa.

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