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Ignorancia, pobreza y estrés
favorecen el castigo físico

Científicos de las Universidades de Duke, Oklahoma, Pittsburgh, Aurbun e Indiana estudiaron las consecuencias del uso del castigo físico por parte de los padres hacia sus hijos. Cuatro comunidades fueron estudiadas en total 850 familias para establecer tanto los cambios producidos en los castigos físicos de grado medio a severo (desde un azote a golpear con la mano o con un objeto al menor) a lo largo de la infancia y de la adolescencia, así como su impacto en el comportamiento posterior, cuando el niño se convierte en un adolescente.

Se demostró que los niños que sufren esta forma de penalización a lo largo de la infancia tienen más riesgos de padecer conductas externalizantes (agresividad, problemas de comportamiento, depresiones, suicidios).

Así mismo la investigación encontró que entre menos formación de los progenitores, niveles socioeconómicos más bajos, problemas de estrés en la familia, padres o madres solteros y vivir en comunidades peligrosas se asociaron, a más probabilidades de utilizar la 'fuerza' en los castigos. La comunicación y el buen entendimiento con sus hijos adolescentes se rompe o es más complicada si siguen castigando durante la adolescencia, fueron entre otros los resultados de este estudio que le dio seguimiento a niños y niñas desde los 5 años hasta cumplir 16 años.

La educación no garantiza la Salud Mental

Varios estudios han vinculado el nivel bajo de educación con las enfermedades mentales, sin embargo un nuevo estudio de la Universidad Warwick en Inglaterra encontraron otros resultados. Ellos deseaban averiguar si los niveles de educación estaban asociados con el bienestar mental, que se define como "sentirse bien y funcionar correctamente".

Entrevistaron a 17,000 personas durante los años 2010 y 2011 y resultó que el bienestar mental es similar a través de todos los niveles socioeconómicos. Tener una buena educación no necesariamente significa que estará contento con su vida, ni es garantía de bienestar mental. Las personas que gozaban de altos niveles de bienestar mental, sea cual fuera el nivel educativo, eran más propensas a estar satisfechas con su vida, a lidiar con los problemas y desafíos, particularmente en asuntos que tienen que ver con relaciones.

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