PORTADA
OTRAS SECCIONES
Ediciones Julio
Dom Lun Mar Mie Jue Vie Sab
    1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
     
Correos Corporativos
EDICCION ESPECIAL POLICIA 2013
EDICCION ESPECIAL EJERCITO 2013
EDICCION ESPECIAL

El Waterloo de Brasil

Denis García Salinas/ Desde Mi Ventana


Era una muerte anunciada. Todos sabíamos que asistiríamos a una derrota del onceno de Brasil ante Alemania. Pero nadie barruntaba que perdería el equipo más querido de América Latina por goleada (7-1). Muchos pensábamos que caerían 1-0 ó 2-1. Aquello no fue una derrota, sino una capitulación en los primeros 30 minutos. Todos presenciamos una carnicería. No fue, ni un segundo,  un juego apretado. No hubo estrategia de defensa de parte de Brasil. Se acabó el "jogo bonito". Sus jugadores estaban casi inertes, absortos e impotentes ante esa maquinaria germana que los machacó sin piedad. Un silencio, si éste tuviese sonido,  se escuchaba en las graderías como un quejumbroso sollozo de plañideras. Niños, mujeres y hombres gemían. Estaban viendo el cortejo fúnebre del cadáver de Brasil. Desde el rincón más apartado del planeta, todos veían en la televisión un festín de hienas más que un juego.  Las defensas estuvieron prácticamente indefensas y el portero desapareció de la cancha.

Es muy fácil que el director técnico del verde amarelha  Luiz Felipe Scolari diga ahora que la culpa es suya. Ahora sus antiguas hazañas quedaron ensombrecidas por esta humillación germana. Scolari será recordado como el hombre que enterró a Brasil. Se lo merece, su tiempo había caducado. Pero él nunca lo advirtió, como le sucedió a Vicente Del Bosque con la gran campeona España, eliminada por Holanda con una goleada de 5-1. Ambos técnicos deben decir adiós al fútbol. No les queda más que retirarse a sus casas solariegas. Así terminan las historias que empiezan gloriosas. Tras esa brutal victoria sobre Brasil, ahora los alemanes se han engrandecido más de lo que, en realidad, son. Nadie duda que sea un buen equipo, pero nada tiene que ver con las grandes figuras del fútbol germano del pasado.  Si bien es cierto que todos los comentaristas daban por vencedor a Brasil en la víspera del juego, los alemanes venían de ganar apretadamente en sus anteriores choques. A Francia le ganaron 1-0 y  a Algeria 2-1. A Estados Unidos 1.0, y con Ghana, los rubios alemanes  no pudieron doblegarla. Quedaron empatados. Este equipo no era imbatible, como algunos fanáticos creen, sino simplemente el onceno ganó, sufriendo en su mayoría de partidos. Con excepción de Portugal que la postró 5-1.

Desde un principio, se vislumbró un final adverso para Brasil, pero jamás dramático. Muchos creíamos que el soberbio Scolari llevaba a Brasil a un campo de concentración, en vez de  a un rectángulo. Él se ufanó de crear el equipo del futuro con chicos imberbes que no demostrarían nada en la cancha. Scolari pensaba en foguear a sus chicos en un pleno Mundial de Fútbol en vez de convocar a los profesionales que dejó fuera: Kaka, Ronalhino, Pato, y Robiño.  La culpa de todo este desconcierto es solo de Scolari. Se quedó impasible y observando como destruían a su equipo, sin intentar hacer un cambio para ganar segundos de tiempo.

Scolari se creyó el emperador Napoleón Bonaparte que con su Imperial Ejército podría derrotar a  Alemania al igual que sucedió el 18 de junio de 1815 cuando  las tropas francesas fueron machacadas por la coalición de tropas británicas, holandesas y alemanas dirigidas por el duque de Wellington y el ejército prusiano del mariscal de campo GebhardLeberecht von Blucher. Scolari creía que con sus trofeos y victorias en un mundial  eran suficientes para encantar a un pueblo que pensaba iba a limpiar el Maracanazo de 1950 cuando Uruguay venció a Brasil 2-1. Aquello fue un brutal golpe al espíritu invencible brasileño. Sin embargo,  el golpe del martes ocho de julio fue el desastre de un pueblo entero que se soñaba con la Copa Mundial en medio de una crisis económica y política.

Scolari no vislumbró nada y se creía que su país se quedaría con la Copa del Mundo de Fútbol. Al igual que la derrota de Napoleón en Waterloo, Scolari  tuvo su Waterloo, nombre como se le conoce a esa derrota que  se conoció como la batalla de Waterloo (Bélgica)  que puso fin al dominio de Napoleón como un  emperador francés. La historia se repite. La Verde amarelha de Scolari retrocedió impotente ante un equipo alemán que rompió sus defensas y dejó sus fuerzas en desorden y caos, tal como le sucedió a La Guardia Imperial napoleónica ante la terrible coalición. De esa humillación tendrán que pasar muchos años para curar esa honda herida. El pueblo está sufriendo y llorando. También sus pobres jugadores a quienes se les hizo creer que podría alcanzar el cielo. Ya esos chicos tuvieron que pasar a una terapia psicológica ante de entrar al mismísimo infierno de Dante. Esos muchachos quedarán marcados para siempre por esa goleada. Quizás nunca se repongan como le pasó al portero de Brasil, Moacyr Barbosa en 1950 cuando  Uruguay le metió el segundo gol de la victoria en el Maracaná. A partir de ese día su vida fue todo un infierno. Pasó de héroe y  Dios negro a villano. Cuentan los periodistas que el pueblo lo adoraba con veneración.  Su figura aparecía en pinturas, en bustos y su nombre era declamado en versos. Nadie esperaba que su gran portero fuera el causante de su derrota. Brasil empezó a odiar a ese hombre negro, acusado de la tragedia que provocó suicidios, intentos de asesinatos y depresiones colectivas.

El Maracanazo nunca se olvidó.  En aquel infortunio, Barbosa dijo, con toda razón,  que "a un criminal le daban como máxima pena 30 años y a él, por un supuesto error, lo habían condenado toda su vida a la ignominia". En la calle la gente lo ofendían por ser el supuesto responsable del llanto colectivo de Brasil. Todo Brasil se ensañó con el pobre portero por ese gol que enterró los sueños de la verde amarelha.  Su final fue triste, terminó cuidando el césped del Estadio de Maracaná, donde sucedió la gran tragedia. Así pagó este pobre hombre. El pueblo se mostró sanguinario por perder ante Uruguay 2-1. Él les dijo a los medios de comunicación  que la pesadilla de ese gol jamás le dejó dormir. Pero lo de Scolari es peor. Fue una goleada jamás vista en la historia. El fútbol nunca había sido tan inhumano y no sabemos qué suerte le deparan, ahora, a Luiz Felipe Scolari, el responsable de la tragedia, y a sus muchachos que tendrán que vivir con esa vergüenza toda su vida.

TRANSMISION EN VIVO CDNN23
ULTIMAS NOTICIAS
NÚMERO DE VISITAS