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El descenso a las cavernas del infierno

Por Denis García Salinas/Desde Mi Ventana

*"La tolerancia no ha provocado nunca ninguna guerra civil; la intolerancia ha cubierto la tierra de matanza", Voltaire.

A pesar del salvaje atentado contra Charlie Hebdo, en París y resto del país no se desató una cacería de musulmanes. Ni nadie se hizo eco en ese momento de rabia y angustia cuando la Asamblea Nacional francesa entonó el himno La Marsellesa: " A las armas, ciudadanos! ¡Formad vuestros batallones! ¡Marchemos, marchemos! ¡Que una sangre impura inunde nuestros surcos!" La Francia de hoy en nada se parece a la Francia de la Revolución, donde la guillotina cercenaba cabezas diariamente. Nunca la historia se había llenado de tantos crímenes cobardes y absurdos. Francia ahora es más tolerante, a pesar que en sus calles todavía deambulan cabezas calientes que quisieran resucitar a Fouché y a Robespierre. La tempestad sobre Europa y, en particular, Francia no ha cobrado fuerza. En efecto, la Historia ha abierto las puertas de un primitivo conflicto. El historiador Toynbee afirmaba que antes de que se hablara del comunismo, los antepasados encontraron su espantajo en el Islam. Es decir, la revuelta que lidera el extremismo del Estado islámico no es nueva, tiene sus raíces profundas en la historia que se remonta desde hace más de 500 años. En el siglo XVI el Islam inspiraba en los espíritus occidentales la misma histeria que les infundía el comunismo en el siglo XX, afirmaba Toynbee.

Hoy eso lo estamos viendo. Somos testigos de días aciagos, que sobrevendrán en cualquier momento. El Islam, su postura radical, está en pie de guerra contra occidente, como ocurrió en el pasado. Dice la prensa europea que en ciertos barrios musulmanes, hay más armas que en cualquier barrio norteamericano, donde tener un arma es un derecho constitucional. En París, ahora, se puede conseguir un par de kalashnikov, como las que hermanos Kouachi ejecutaron a los diez periodistas de Charlie Hebdo y a dos policías. El Premio Nobel Le Clézio aseguró que "…el primer aliento de venganza que pasó ante ellos los arrastró, y llamaron religión a lo que no era más que alienación. Es ése el descenso a los infiernos que hay que detener... Para curar la enfermedad que roe las bases de nuestra sociedad democrática.» Mientras China y Rusia solo observan la nueva guerra que está por explotar. El Islam radical está resucitando su vieja aspiración de un Gobierno mundial islámico, pero, no es un sueño difícil de cristalizar en esta época que EE.UU tiene un poderío militar sin parangón. "Al igual que el comunismo, el Islam era un movimiento anti occidental que al mismo tiempo constituía una versión herética de una fe occidental…" escribió Toynbee. El nombre del Islam significa para el musulmán "sumisión", "sometimiento" o "rendición" a Alá.

De las cinco civilizaciones que clasifica Samuel Huntington (China, japonesa, hindú, islámica y occidental), a su juicio, el islam se expande más rápido que las religiones católicas y protestantes. El problema que enfrenta el Islam es que carece de un Estado central y su población está dividida y dispersa por el mundo y, en particular, en Europa. Muchos hijos de musulmanes nacidos en Europa no se han integrado a la sociedad como muchos árabes en EE.UU, con la excepción de algunos jóvenes extraviados por salmos islámicos radicales. Más bien los jóvenes musulmanes se han convertido en fácil presa de ese fanatismo religioso de las organizaciones islámicas de Iraq, Siria y Afganistán. Turquía tuvo su momento de poderío en la antigüedad, pero nunca convenció a Europa con sus bajos niveles de crecimiento económico para incorporarse a la Unión Europea. A esto se agrega la amenaza de migración de árabes a la vieja Europa. Turquía es un país que se occidentaliza. Pero, según los distintos informes periodísticos, Turquía tiene doble identidad. Por un lado, quiere pertenecer a la Unión Europea, y por el otro es señalado de apoyar a Al Qaeda, que ordenó la destrucción de las dos torres gemelas en Nueva York. Turquía envió tres camiones que transportaban misiles, morteros y municiones antiaéreas y otros suministro bélicos para la organización extremista de Al Qaeda.

Tras el baño de sangre en la redacción de Charlie Hebdo en París, el primer ministro de Turquía, Ahmet Davyutoglu, señalado de aliarse a los terroristas, desfiló en las calles parisinas en primera fila junto al Presidente francés Francois Hollande, y otros líderes como Benjamin Netanyahu, de Israel, que ha ordenado matanza de palestinos, Angela Merkel, de Alemania, que vendió gases letales en 1980 a Saddam Hussein, que serían utilizado contra los soldados iraníes y miles de civiles Kurdos. Las potencias guardan silencio sobre ese doble rostro enfermizo de Turquía. Más bien alaban el papel de Turquía y Jordania en el Medio Oriente, donde ha despertado una extraña y desconocida criatura. Hasta el Papa Francisco terció en el caso de Turquía, diciendo que ese país debe desempeñar un papel importante en esa zona manchada de sangre y aturdida por conflictos que parecen nunca acabar. Los extremistas han creado su propia guillotina francesa para degollar a periodistas extranjeros. Como en la antigüedad, estos fanáticos degüellan con un cuchillo a sus víctimas y luego cuelgan las imágenes de estas personas sin cabezas en las redes sociales. Los analistas consideran a esas dos naciones las guarniciones de las operaciones militares de EE.UU y la OTAN. A su juicio, el objetivo de esa potencia es destruir el Estado Islámico, que ellos crearon, y el Estado Sirio, al igual como sucedió con el Estado Yugoslavo y el Estado Libio. Y en esos planes, Turquía, segunda potencia militar de la OTAN y vecino directo de la zona de conflicto, ha preferido disparar a las fuerzas kurdas que luchan contra el Estado Islámico que a los extremistas del ISIS.

EEUU es acusado de entrenar en esos países a grupos islamistas, provenientes de Afganistán, de Libia y de otros países, pero ahora esos extremistas se salieron de la órbita imperial. Ellos conformaron el Emirato Islámico en Siria con armas transportadas a través de Arabia Saudita y Qatar, según los informes publicados por los periódicos. En Turquía existen más de 20 bases aéreas, navales y de espionaje electrónico. Y los turcos se han mostrado indiferentes ante la coalición imperial para atacar a los yihadistas. Esto se debe a que los islamistas de ISIS utilizaban la ciudad de Reyhanli, en Turquía, como su base y suministro de armas. El Gobierno más bien está interesado que los islamitas derrocaran al Gobierno de Al-Assad.

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