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La caricatura contra el terror

*Je suis Charlie
Por Denis García Salinas/Desde Mi Ventana

Cuando los asesinos atacaron la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo la mañana del miércoles en París, Francia, sólo recordé la frase de Albert Camus en su libro El Extranjero. En esa obra el personaje principal al jalar el gatillo del revolver para matar al árabe en la playa dijo que ese día "comprendí que había destruido el equilibrio del día". Esa masacre traumatizó a esa sociedad culta y tolerante. Hoy la gran Francia está de luto. Ese país, tan admirado, está compungido, atemorizado y enojado con toda razón por esas muertes insensatas. Los terroristas, que se presumen son radicales islámicos, irrumpieron el lugar, gritando Allahu al Akbar (Alá es grande). Es decir, perpetraron una masacre cobarde en nombre de Alá en contra de un grupo de caricaturistas, periodistas, un empleado de mantenimiento y un vigilante. El terror quiso apagar la palabra y la caricatura. Todas las religiones han tenido sus períodos bárbaros y de oscurantismo. Hoy es el turno de los extremistas islámicos que asesinan en nombre de Dios.

Quién no ha soñado con París en su adolescencia y juventud. Viajar a Francia, el país de la libertad, humanidad y la fraternidad. Subir a la torre Eiffel y presenciar, desde esa altura, la Ciudad de la Luces, visitar sus cementerios con sus muertos célebres y de respirar el aire de la patria de los grandes escritores como Balzac, Baudelaire, Maupassant, Dumas, Montesquieu, Voltaire, Victor Hugo, Proust, Sartre, Verne y Camus. Nuestro Rubén Darío, que se nutrió también de la vasta cultura francesa, quizás fue el primer latinoamericano que vivió y escribió parte de su obra en esa gran ciudad, en ese gran país que él amaba. Después vinieron escritores norteamericanos como Ernest Hemingway, que escribió Paris es una Fiesta, y Henry Miller con su libro Trópico de Cáncer.

Luego el argentino Cortázar escribió Rayuela y el peruano Alfredo Bryce Echenique La Vida Exagerada de Martín Romaña. Todas ambientadas en París. Y no solo escritores han soñado con vivir en París, sino también los periodistas que han admirado ese periodismo francés y su humor irreverente. Aquella Francia de Jean Paul Sartre de la "imaginación al poder". Un país, donde los socialistas (burgueses dirían unos) están en el poder. Allí se publican periódicos de izquierda como Liberación y La Humanidad, así como semanarios satíricos, irreverentes, iconoclastas y socialistas como Charlie Hebdo, víctima de los extremistas islámicos. Muchos talentosos profesionales nicaragüenses han estudiado en Francia. Por esas y miles de razones, estamos con Francia y condenamos ese infame terrorismo islámico. Un revolucionario no puede hacer uso del terror para persuadir y defender a Mahoma.

Las críticas a Mahoma fueron hechas primeramente por una revista danesa que publicó unas viñetas que afirmaba que "es duro ser amado por tontos". Después Charlie Hebdo caricaturizó también a Mahoma. Esta revista es calificada como insolente, cáustica, soez y cruel por sus caricaturas que no respetan a católicos, judíos, musulmanes, gobiernos, derechistas e izquierdistas. Tras la muerte del entonces presidente George Pompideu, Charlie Hebdo publicó una caricatura en su portada con unas aspa sobre un título "¡Nunca más eso!" e igualmente lo hizo cuando falleció el cantante pop Michael Jackson. Dibujó un esqueleto blanquecino junto al siguiente titular "Michael Jackson por fin blanco". Esa revista es irreverente e irrespetuosa hasta con los muertos, pero eso no justifica atentados y actos terroristas contra el personal del seminario humorístico. Como periodista apoyamos la libertad de prensa y expresión del semanario francés. Por tanto, la libertad no puede ser puesta de rodillas por extremistas. Después del atentado, los sectores derechistas como Marine Le Pen, líder del Frente Nacional, piden un referéndum sobre la pena de muerte. Este extremista considera que el islamismo radical ha declarado la guerra a Francia. Los demócratas deben evitar que Le Pen aproveche esta triste circunstancia para ganar votos.

Y como una ironía de la historia, el escritor Michel Huellebecq, calificado de misógino y reaccionario, escribió un libro de éxito en ventas (Sumisión) que retrata a Francia gobernada por un musulmán, tras vencer en las elecciones al derechista Le Pen. La actual tragedia debe obligar a los franceses alejarse de esos extremos para defender su democracia y libertad. Pero el problema que enfrenta París, según los expertos, es que no tiene ninguna estrategia para enfrentar el terrorismo. Hoy por hoy en Francia hay una batalla entre la palabra y el terror. Hace dos días falleció un periodista mexicano Julio Scherer, que defendió siempre la libertad de expresión. Y esa lucha provocó que los dueños del periódico El Excélsior lo despidieran por publicar una caricatura de Abel Quezada un día después de la masacre de Tlateloxco en México en 1968. En suma, la lucha entre la palabra y el terror ha existido siempre, pero nunca como ocurrió en París este miércoles. Nadie debe olvidar la obra destructiva del terrorismo.

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