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Correos Corporativos
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EDICCION ESPECIAL

El desorden mundial y la
nueva Arca de Noé

Por Denis García Salinas/Desde Mi Ventana

Cuando despierto y desayuno mi café por la mañana  y abro el periódico lo primero que veo en la primera plana es la noticia sobre crímenes en las calles, ejecuciones  y bombardeos en la Franja de Gaza, Irak, Siria y Libia. En este país, tras el derrocamiento del Coronel Muammar El Ghaddafi, Libia es un foco de caos que amenaza al norte del Africa. "Los libios se han convertidos en monstruos", dijo un combatiente a un periódico estadounidense. EEUU, opuesto a los iraníes, esta vez se ha unido con Irán para combatir las milicias del Estado Islamista en Iraq y Siria. En suma, estamos en una tierra caótica y lejos de Dios.  El hombre, literalmente, ha maldecido a su nombre. El  globo está desquiciado y en pie de guerra no declarada. Tampoco los hombres y las mujeres han perdido la razón. Están más cuerdos que nunca. Aunque  lo que vemos a diario es insensato y sangriento, no es un delirio. Han transcurrido más de cuatro mil años de que el mundo quedó sumergido en las aguas y el planeta no se redime.  Cuando leo la revista Atalaya encuentro que las profecías bíblicas son asombrosas y tan actuales en los momentos que vivimos hoy.

La Biblia habló sobre Los cuatro jinetes del Apocalipsis. Y ahora creo que esos jinetes cabalgan por el hemisferio: La victoria, la guerra, el hambre y la muerte.  Esas alegorías no son una ficción ni un pasaje bíblico.  Esos jinetes son una cruda realidad en el globo, henchido de guerras, hambrunas y muertes.  Las noticias que se publican en la actualidad jamás las leímos en el pasado reciente en los medios de comunicación. Basta mencionar los abusos de los sacerdotes y pastores. Recientemente el embajador del Vaticano en República Dominica, Josef Wesolowski, fue acusado de pederastía. Recientemente, una madre confesó que asesinó  a su hijo drogadicto. Mientras las bombas caen como granizo sobre los techos de la Franja de Gaza. La gente piadosa se pregunta por qué tanto odio, qué pasa en las mentes de los gobernantes y grupos de forajidos y rebeldes. El mundo, abatido por el armamentismo,  el capital despiadado, y el calentamiento global, no escarmienta.  Olvidaron las antiguas guerras que dejaron millones de muertos en los campos de combate. Los gobernantes no aprenden de los errores – léase horrores- de la historia, por eso  están condenados a repetirlos.

Ningún conflicto se produce por  un simple antojo de un gobernante  ni de un momento de arrebato. Hitler no fue un accidente de la historia. Él quería conquistar no solo Europa, sino el mundo. El Fuher quería más poder.  Nada más. Hangs J Monrgenthau, lo definió claramente: La política internacional es una lucha por el poder. Simplemente. El mapa geopolítico está poblado de  aprietos bélicos que amenazan, cada día, extender  el fuego de los litigios a países vecinos. Conflictos surgen por doquier y la ONU, se muestra incapaz para detener la conflagración global e instaurar la solución pacífica de las controversias. Las Naciones Unidas surgieron de las cenizas de la Ligas de las Naciones, que fracasó en su intento de frenar la guerra, que arrastró a gran parte del mundo a ese precipicio.

La actualidad internacional arde. En Ucrania la tensión elevó los ánimos y ha puesto nervioso los gatillos de las potencias. Los periódicos cuentan que los rusos han abierto un tercer frente en la región sur, a las orillas del mar de Azov . Un general de la OTAN cree que más de mil rusos están en el interior de ese país, antiguamente en la esfera de influencia de la antigua URSS.  En tanto, Alemania, Francia e Italia amenazaron  con nuevas sanciones a Moscú por su papel en la guerra de Ucrania. El drama alcanza ribetes preocupantes: EEUU y Europa se inmiscuyen en este conflicto  y Rusia hace lo propio. El fuego en Siria aún no se ha apagado, tampoco en las calles de Jerusalén y, sobre todo, en la Franja de Gaza,  cesó el ruido de la fusilería. La población está aterrada por los bombardeos, a pesar de las frágiles treguas.

 Nuestro mundo actual es un rompecabezas de conflictos.  Están todas las condiciones para el advenimiento de un Diluvio. Pero no pasa nada.  El planeta se lamenta de los golpes de la Naturaleza. Los ríos del cielo inundan ciudades, ríos se desbordan, casas de gente pobre se derrumban, los pobres son arrastrados por las fuertes corrientes de los cauces que atraviesan la capital. Las ciudades del Tercer Mundo eternas vulnerables ante las tormentas. Si no llueve, la sequía seca la tierra y arruina los campos y mata los animales.

Le llaman el fenómeno de El Niño. Pero nadie construye una Arca para salvarlos de ese Diluvio. En vez de eso, los hombres fabrican armas, aviones de guerra,  y los gobiernos enviando jóvenes a lugares recónditos a librar guerras injustas que no comprenden y quizás nunca entenderán. Muchos vuelven lisiados y traumatizados por esas aventuras.  La Biblia dice que Dios destruirá a los malvados, pero habrá sobrevivientes.  Para engrosar esa lista de supervivientes nada más tenemos que imitar el ejemplo de Noé. Este hombre tenía 600 años de edad cuando vino el Diluvio. La Biblia lo pinta como un hombre honorable, intachable entre sus contemporáneos, seducidos por la lujuria, la corrupción.  La revista Atalaya dice que "en otras palabras, era bueno a los ojos de Dios, pero para la gente del mundo antediluviano, Noé era un tipo extraño".  La publicación sostiene que Noé tuvo el valor de servir a Dios en un mundo donde eso no era popular".

La Biblia asegura que, antes del Diluvio, las personas "estaban comiendo y bebiendo, los hombres casándose y las mujeres siendo dadas en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no hicieron caso hasta que vino el diluvio y los barrió a todos". Hoy la situación es peor, Gobernantes traficando con la guerra,  los yihaidstas del estado Islámico asesinan, violan y tienen sitiado a más de 12 mil habitantes de esa zona.  Nuevos empresarios devorando sus ganancias, sin importarles la miseria del mundo que les rodea. Periodistas falseando la verdad, abogados esquilmando a sus clientes, políticos vendiendo ilusiones, narcotraficantes pasando por Nicaragua con rumbo a EEUU, malvados traficando niños y mujeres y policías confabulados con coyotes, robando sus miserias.  Lo que le pasó a Noé no es nada de lo que vive ahora este atribulado mundo. A pesar de esa tragedia, el Diluvio tarda en llegar.

En el Génesis (6:14-16) se dice que Noé duró más de 50 años en construir esa Arca, que lo salvó sólo a él, sus familia y diferentes especies de animales. En esa época llovió 40 días y 40 noches. En Managua con una lluvia de casi dos horas, murieron dos personas, varias casas resultaron destruidas y la capital quedó anegada. Imaginemos ahora una lluvia de 40 días. Mientras tanto, los religiosos esperan que ocurra lo que pasó hace más de cuatro mil años cuando el mundo quedó sumergido en el agua. La Biblia asegura que Dios limpiará una vez más la tierra de impíos. Sin embargo, en la tierra nadie presta oído a esas profecías. El caos  sigue y nadie se ha preocupado por construir la nueva Arca de Noé, en este desorden mundial.

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