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Correos Corporativos
EDICCION ESPECIAL POLICIA 2013
EDICCION ESPECIAL EJERCITO 2013

Una oportunidad a la paz mundial

Por Denis García Salinas/Desde Mi ventana

Nicaragua estuvo atrapada durante una década por el conflicto. Afortunadamente, hoy por hoy, el país respira una atmósfera de tranquilidad. Para cristalizar la paz se procuró el diálogo. La guerra quedó relegada al museo de la Historia. Los Acuerdos de Paz de Sapoá trajeron los vientos de paz a nuestro país, que desde entonces ha comenzado a curar, poco a poco, sus llagas. Ahora no se atisba, por el momento, ninguna posibilidad de un acoso bélico interno e incluso con otros Estados. Sin embargo, muchos temen que Nicaragua sufra nuevamente un trauma económico si Venezuela, hundida en una crisis política, se descarrile por las protestas que han dejado trece muertos.

Tras la llegada al poder de Hugo Chávez, Venezuela salvó a Nicaragua de aquella oscurana causada por siete horas sin fluido eléctrico durante el Gobierno de don Enrique Bolaños. Venezuela otorga a nuestro país 500 millones de dólares en cooperación. El presidente Daniel Ortega ha sido leal amigo y solidario con Venezuela en esta situación de zozobra. Incluso el Gobierno organizó manifestaciones en apoyo a Nicolás Maduro, que enfrenta una belicosa oposición. Tanto Maduro como Ortega han calificado a los opositores de "fascistas". Algunos periodistas también señalan que son sectores de la "clase media" que promueven la asonada. Sin embargo, esa afirmación es poco creíble para otros que consideran que ningún país podría llenar tantas calles con manifestantes de clase media. El vocablo fascista es lo que más repite el Gobierno. Muchos intelectuales han afirmado que el fascismo quedó sepultado cuando EEUU arrojó sendas bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. "El fascismo fue destruido como ideología viviente por la segunda guerra mundial", afirmó Francis Fukuyama, autor del popular ensayo ¿El Fin de la Historia? No obstante, en América Latina hay líderes, como Ortega y Maduro, que creen que esa ideología sobrevivió a las ruinas de esa gran conflagración. Y por eso en Caracas se acusa a los grupos opositores de enarbolar la raída bandera del fascismo.

En Venezuela Maduro ha dicho que la CIA y la CNN quieren dañar a su Gobierno. Los chavistas se quejan de esos medios por manipular los acontecimientos. Aquí en Managua también hay grupos opositores que se manifiestan, pero a favor de la oposición venezolana. La debilucha oposición nica cree que Maduro ha llevado a ese país al caos. Cuando Ortega recobró el poder a través de unas elecciones, Venezuela respaldó a Nicaragua. Por tal razón, Ortega, se solidariza con su colega venezolano Nicolás Madura, asediado por fuertes protestas. Pero también hay voces, que tratan de mantener una posición imparcial en nuestro país, que claman por la paz no solo en Venezuela, sino también en Ucrania, que vive un torbellino pendenciero que amaga con una contienda armada.

Los nicaragüenses hemos sufrida en carne propia procesos traumáticos y cambios de regímenes. 1990 marcó otra época en nuestro país. Los historiadores liberales, al igual que lo aseveró Hegel en 1806, afirmaron que la Historia había llegado a su fin. El liberalismo, a su juicio, había triunfado en la esfera de las ideas y de la conciencia e impuesto los mercados libres. La URSS se disolvió en 1991, tras sucumbir el proclamado comunismo. Los economistas capitalistas se apresuraron por deslucir el marxismo-leninismo como sistema económico. Los libros marxistas desaparecieron de las librerías. A pesar que Vladimir Putín insiste en afirmar que ese régimen en la nueva Rusia tiene como base ideológica el marxismo-Leninismo, las nuevas generaciones rusas ven embelesadas a Occidente. La perestroika de Mijail Gorbachov abrió las puertas a ese mundo capitalista. Entretanto, China, ese gigante que despertó, está más preocupado en las tasas de ganancias de sus inversiones y multiplicar su consumo que exportar guerrillas maoístas en África y Asia. Así le pasa a nuestra mayoritaria juventud, sumergida en su facebook o enviando mensajes en su celular o su tableta sin importarles el debate de las ideas ni luchar por un cambio social.

Se derrumbó el mundo bipolar (competencia militar, ideológica y económica entre EEUU y URSS) y dio paso a un mundo multipolar. A pesar de eso, el Departamento de Estado de EEUU ha anunciado reducir el tamaño del ejército más poderoso de la tierra como el que tenía antes de la II Guerra mundial. Sus soldados pasarán de 566 mil a 420 mil efectivos. Igualmente, las tropas estadounidenses planean salir de Afganistán en el próximo mes de diciembre, tras 13 años de infernal guerra.

A pesar que el mundo ha cambiado, los conflictos sangrientos se suceden en Siria, Líbano, Irán, Iraq, Egipto, Ucrania y Venezuela. Ninguno promueven banderas marxistas o maoísta como en el pasado. En Ucrania, donde abrieron proceso al presidente depuesto Viktor Yanukóvich, por el "asesinato masivo de civiles," el ambiente sigue caldeado de violencia. Ucrania, que salió de la esfera de influencia de la URSS, tras la desaparición de la URSS, tiene pocos años (23 años) de vida independiente y autónoma. Allí se vive una mezcla de conflicto civil y de guerra geoeconómica, dicen los historiadores. En Egipto, que vivió su Primavera Árabe, muchos egipcios están enojados porque el Estado sigue cometiendo crímenes contra islamistas y no islamitas bajo el pretexto de "combatir el terror". Los militares derrocaron al gobierno déspota de la Hermandad Musulmana, pero no ha cesado la represión. The New York Times dice que Egipto "nunca ha dejado de ser un estado policial".
Aquí la amenaza no es el fantasma del comunismo, sino los nacionalismos y el fanatismo religiosos. Islamistas exaltados abundan en Iraq y Siria, bajo la bandera de Al Qaeda.

Los coches bombas estallan en el Líbano y Siria. Irán apoya al Gobierno sirio y Arabia Saudita respalda a los rebeldes con armas y dinero. Esa zona es un rompecabezas: Musulmanes sunitas de Egipto, Libia, Túnez, Arabia Saudita y otros países se han integrado a las filas rebeldes y al lado de Al Qaeda. En cambio, Chiitas de Bahrein, Líbano, Yemen y África luchan con milicias a favor del Gobierno sirio de Bashar al-Assad. Esa violencia, sin embargo, no es comparada a la que vive Venezuela. En ese país hermano debería de cesar esos desórdenes y buscar los cauces democráticos a fin de evitar derramamiento de sangre. Es decir, respetar las reglas del juego y esperar los procesos electorales que permitan reafirmar al Gobierno o cambiarlo definitivamente. Una rebelión y un golpe de Estado no solucionan el conflicto. Demos una oportunidad a la paz en Caracas y resto del mundo.

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