Cardenal de la Paz y la Reconciliación

-Silvio Mora-

Cada Diciembre, en víspera de La Navidad, el Cardenal de la Paz y la Reconciliación, Monseñor Miguel Obando y Bravo acostumbra reunirse conmigo. Somos muy buenos amigos desde 1970 cuando la lucha de la Federación Sindical de Maestros de Nicaragua –FSMN- . Contribuyó con la UPN cuando el "Código Negro" multaba financieramente o cerraba el medio de comunicación. "No desprecie el diezmo de mis feligreses" y dejó bajo mi almohada un sobre con dinero cuando me recuperaba de un accidente en el hospital. Cuando murió mi madre la incluyó en sus oraciones y me confortó porque quedé destruido. Son algunos hechos relevantes que fortalecieron nuestra amistad. Cada vez que nos encontramos para esa fecha quisiéramos entregarnos las estrellas. Esas que alumbran el universo y derraman luz y paz en los hogares cristianos.

Esta vez, el purpurado me pidió eleváramos una plegaria y oraciones para el Papa Francisco que cumplió 77 años ese día –hombre de pensamiento fresco y de palabra que los orfebres esculpen en oro o mármol-; se refirió también al maestro Nelson Mandela –hombre que buscó la patria ansiada y murió de amor el 5 de diciembre de 2013-. No ocultamos los desafíos que enfrenta la humanidad, pero que el peor es la indiferencia, por eso narcos y criminales están ganando la guerra. Por dominio de los colores verde y rojo propios de la natividad, y por el aroma a incienso y canela mantuvimos un tono gregoriano. Felizmente terminamos en una misma eucaristía, hermanados en una misma mesa tomando café jinotepino. Nos despedimos abrazados con energía y con una buena salud mental porque llenamos los requisitos de amistad, autoestima y ausencia de estrés.

Aplaudí sus 88 años de vida, y como su amigo verdadero me vienen a la mente esos recuerdos de días navideños y de momentos relevantes en esta ocasión, donde no puedo menos que celebrar la decisión de la Asamblea Nacional de agregar el nombre del Miguel, Cardenal Obando y Bravo al Preámbulo de la Constitución Política, como Cardenal de la Paz y la Reconciliación. Nuestro Cardenal ha hecho de su vida un apostolado por la Paz, por la verdadera Paz que necesita nuestro pueblo, no por una ausencia de violencia sino porque el amor entre unos y otros que predicara el Rabbí de Galilea, sea el que impere entre hermanos que ayer estuvieron distanciados y hoy reconciliados, trabajando por una Nicaragua mejor para todos.