PORTADA
OTRAS SECCIONES
Ediciones Agosto
Dom Lun Mar Mie Jue Vie Sab
          1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
           
Correos Corporativos
EDICCION ESPECIAL POLICIA 2013
EDICCION ESPECIAL EJERCITO 2013
EDICCION ESPECIAL

Entre el perdón y la venganza

Perdonar es un acto que va más allá de la razón, la cultura y la propia civilización. No todos los seres humanos tenemos la capacidad de perdonar a quien nos ha hecho daño.  Todo lo contrario muchos buscan venganza, aunque ésta conlleve a más violencia. La literatura y el cine abundan en temas de más venganza que de perdón. Frecuentemente, nos identificamos con aquellos que curan, o creen curar, su profundo dolor a través de la venganza, sin buscar la justicia de los hombres. Hoy, amigo lector, quiero presentarles dos casos: uno que yo conocí y otro que sucedió en la Segunda Guerra Mundial, y llevado al cine.  Dos casos dramáticos en que las víctimas no recurrieron a la venganza contra sus hechores, sino más bien perdonaron a sus asesinos.  Pero antes de continuar esta pequeña historia, haré un repaso de la historia de la venganza. En la antigüedad la venganza era permitida e incluso hasta legal. Cuando uno revisa la historia del Derecho Penal encuentra sus cuatro sangrientas etapas. En la antigüedad existió la "venganza privada" cuando provenía de la víctima.  Si derivaba de la familia se llamaba la "Venganza de la sangre".  En aquellos tiempos eso era no solo un Derecho, sino un "deber impuesto por la moral".  Pero después  nació la necesidad de frenar esa venganza. Surgió la Ley del Talión, es decir, "ojo por ojo, diente por diente".  Así, pues, la víctima no podía causarle a su hechor un mal superior al recibido.

En la historia del hombre existió también la "Venganza Divina" y "Pública".  En el primero, el delito era un "pecado de desobediencia a la Divinidad ofendida, " y la pena una expiación purificadora, impuesta en desagravio a la Divinidad. En tanto "La venganza pública" se caracterizaba por castigar los delitos con crueldad excesiva de las penas, torturas, mutilaciones, marcas y azotes, las infamantes como la exposición en la picota, las pecuniarias las multas, confiscaciones de bienes y las penas privativas de libertad, además las penas trascendían a las familias, inclusos a los animales y cosas inanimadas. Era tan cruel esa época, que la muerte del malhechor no extinguía la responsabilidad. Se procesaba hasta a los cadáveres.

Aparece una luz humanitaria en medio de ese tiempo de crueldad. El Derecho canónico lucha contra los excesos de la justicia penal vengativa. Este Derecho Canónico limitó la venganza pública y rechazó las ordalías, que investigaba los delitos sin respetar los principios éticos y humanos. Esta práctica punitiva aún permanece en boga. El italiano César Bonesana, Marquez de Beccaria (1738-1794) fustigó la barbarie de las prácticas penales "imperantes". Beccaria combatió la tortura y la pena de muerte. Ha transcurrido un largo tiempo en la historia de la humanidad, pero la venganza sigue presente en este mundo. Carteles de las Drogas descuartizando a sus rivales. El Derecho contemporáneo ha avanzado, pero los hombres siguen haciendo justicia  por sus propias manos, como ocurría en esas catastróficas etapas del Derecho penal.

Hoy quiero referirme a un caso suscitado hace mucho tiempo, pero revivido por el cine.  "Un pasado imborrable" es el título en español de este filme ( cuyo título en inglés es TheRailwayman) basado en una historia verídica. ColinFirth interpreta la vida del oficial del Ejército británico, Eric Lomax, capturado por los japoneses durante la campaña de Singapur en 1942. A Lomax y sus compañeros lo obligan a trabajar como peones en la construcción de las líneas férreas entre Birmania y Thailandia. Un trabajo duro y miserable. Los chinos fueron los obreros de la construcción de la línea férrea que cruzó de este a oeste los Estados Unidos. Lomax y sus compañeros construyen un radio para informarse sobre la evolución de la Guerra. Los guardias descubren la radio y empiezan a castigar severamente a los soldados británicos. Lomax confiesa que él es responsable de crear la radio para que dejen de castigar a sus compañeros.

Sin embargo, la suerte que le espera a Lomax es aterradora.  NagaseTakeshi, traductor y miembro de la policía secreta japonesa, se encarga de torturar a Lomax para quebrarle su voluntad y su psicología. Takeshi le dice a Lomax que confiese y diga qué información proporcionó a los ingleses y americanos.  Su torturador no logra doblegar a Lomax, pero en un momento que Takeshi cree que confesará todo, el prisionero pide que no lo sigan torturando que les dirá todo lo que sabe. Pero cuál es su sorpresa de los japoneses cuando Lomax le informa que escuchó en la radio que Japón se ha rendido, que su país ha sido bombardeado y la población está pasando hambre. Poco después, los paracaidistas estadounidenses caen en el campamento, que estaba alejado del mundo real, y los japoneses son capturados.

Después que Japón capituló, Lomax volvió a Inglaterra. Pero él ya no es el mismo. Es un hombre traumatizado, que no puede olvidar las torturas que le infirió NagaseTakeshi. Sufre de pesadillas y nunca le dice a su mujer todo lo que sufrió en un cuarto oscuro donde lo torturaba el japonés. Uno de sus amigos, que padeció también el cautiverio con los japoneses, le lleva un día un recorte de periódico en el que aparece Takishi, el torturador japonés, como guía turístico en los lugares que el asiático torturó a los ingleses. El amigo le dice a Lomax que debe buscarlo y vengarse. El amigo, que tampoco soporta ese pasado horrible, decide suicidarse, colgándose en un puente de una línea férrea, como recordándole a Lomax ese pasado imborrable. Al final, Lomax decide viajar a aquel lugar donde su torturador es ahora un "guía turístico" con la intención de matarlo por lo que le hizo a él y a sus amigos.

Esta es una historia real, no es ninguna ficción creada por Hollywood. Esta historia no termina allí. Sucede lo increíble: Lomax perdonó a su torturador. Despúes con el tiempo se vuelven dos grandes amigos y esa amistad perduró hasta el fallecimiento de uno de ellos: Su torturador. El final inesperado  de esta película me trajo el recuerdo de un suceso que le ocurrió a un joven de 17 años de edad. Ese adolescente murió en manos de un bombero de la gasolinera de la residencial Linda Vista. Este hombre malvado le aplicó una llave y le quebró la espina dorsal. El muchacho murió en el hospital. Su madre, que vivía en EEUU, pensaba llevárselo a Estados Unidos cuando ocurrió la desgracia. A pesar de la tragedia, la madre del muchacho perdonó al asesino de su hijo, un joven alegre y bien parecido. En ese entonces me asombré cuando mi madre me contó que su amiga había perdonado al asesino. Sinceramente, en ese momento no comprendí su proceder. Mi madre, María Luisa Salinas (QEPD) me explicó a la sazón que el corazón de esa mujer no cabía el odio y por eso lo perdonó. Callé y no le respondí a mi madre, pero en el fondo de mi alma no comprendí esa acción misericordiosa. Mientras tanto,  el asesino anda libre.

TRANSMISION EN VIVO CDNN23
ULTIMAS NOTICIAS
NÚMERO DE VISITAS