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Lunes 03 de Octubre del 2011 Edición No.5061
Ediciones Septiembre

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DISTINTAS CELEBRACIONES OFICIALES DE INDEPENDENCIA

Comparando las celebraciones cívicas oficiales en Guatemala, El Salvador, Costa Rica y Nicaragua, algo me parece obvio: mientras en Guatemala y El Salvador, la conmemoración "patria" enfatiza con pomposidad casi exclusivamente la Independencia del 15 de septiembre de 1821, en Costa Rica y Nicaragua, adquiere otras connotaciones durante el año.  Escudriñando la historia percibo que, mientras en los dos países del Norte no se ha reeditado o asumido ninguna otra celebración que le iguale u opaque, en Costa Rica y Nicaragua, otros acontecimientos después de 1821 fueron reconocidos y asumidos con beligerancia en las fiestas nacionales por el poder institucional.

La firma del Acta de separación de Centroamérica de España fue efectuada precisamente en Guatemala, sede colonial de la Capitanía General. En El Salvador se dio, diez años antes, el Primer Grito de Independencia por el movimiento encabezado por el presbítero José Matías Delgado (5/11/1811).  Estos hechos de principios del siglo XIX quedaron asumidos en la historia nacional de ambos países.

Como se ha dicho,  inicialmente en León, capital de la Provincia de Nicaragua, al conocer la noticia de la Independencia (22/9/1821) sus autoridades la rechazaron, aunque cinco días después, terminaron aceptándola en el "Acta de los nublados", las diferencias generaron los gérmenes de la guerra, se agudizó la contradicción con Granada y se desencadenó, sumado a otras desafortunadas decisiones, la guerra civil, después Guerra Nacional que permitió la unidad del país y centroamericana contra la intervención filibustera.  En Nicaragua, ese conflicto evidenció la crisis de la incipiente República, obligó a los centroamericanos, particularmente a Costa Rica, a involucrarse para expulsar al invasor. De estos sucesos el vecino país obtuvo provecho.

Según el escritor salvadoreño Manlio Argueta, en Costa Rica el festejo cívico más importante es el 11 de abril, conocido como "día del empujón" porque Juan Santamaría (1831 - 1856), soldado a las ordenes de Cañas, "fue el empujado". El general Cañas "derrotó" en Rivas a Walker quien había tomado la ciudad, recordándose la acción de Santamaría al quemar el "Mesón" en donde murió y, desde 1891 se empezó a idealizar como héroe nacional. Las tropas de Cañas, debieron suspender la derrota definitiva del filibustero por la epidemia de cólera. Los enemigos del ex presidente costarricense Juan Rafael Mora (1814 - 1860) y del general salvadoreño José María Cañas (1809 - 1860) los fusilaron el 30/9/1860 en Puntarenas y decidieron resaltar más la figura de Santamaría para opacar la de los otros dos.

Entre las fiestas importantes del país con feriado nacional está la Anexión del Partido de Nicoya (Guanacaste) a Costa Rica el 25 de julio de 1824, donde se declararon integrados a dicho Estado. Nicaragua presentaba muchos problemas internos por los conflictos ocurridos después de declarada la Independencia. La Revolución del 48 en Costa Rica (12/3/1948 - 19/4/1948) trajo como consecuencia la abolición del ejército en la Constitución del 7/11/1949, siendo referente político e institucional sin que exista fecha oficial de conmemoración.

La celebración más importante de Nicaragua en septiembre es la del 14 de ese mes, fecha de la emblemática Batalla de San Jacinto, la primera que posibilitó la derrota del invasor por las tropas conservadoras quienes dos días antes habían logrado la unidad con las liberales (12/9/1856) e iniciado, aunque no lo supieran, la Guerra Nacional.

En Nicaragua, la Guerra Nacional y la expulsión del filibustero de la Presidencia del país, fue la segunda oportunidad para construir el estado nacional, por lo tanto es aceptada como una "nueva independencia", siendo incorporado en las celebraciones cívicas patrias.  Otro hecho asumido que se celebra como feriado nacional, es el 19 de julio por el derrocamiento de la dictadura somocista y el triunfo de la Revolución Sandinista (1979). Conlleva gran movilización nacional promovida por el sandinismo en el gobierno y durante las décadas pasadas cuando estaba en la oposición, siendo una conmemoración popular importante que se impone como tradición por treinta y dos años.  Desde mi opinión, la celebración del 19 de julio y del 14 de septiembre en Nicaragua; la del 11 de abril, el 25 de julio y la revolución del 48 en Costa Rica, opacan de alguna manera el 15 de septiembre, en ambos casos otros acontecimientos han dado a la independencia una renovada connotación, lo que no sucede en El Salvador y Guatemala.

Es de esperarse que Guatemala conmemore también el triunfo de la revolución cívico militar del 20 de octubre de 1944 encabezada por Jacobo Arbenz (1913 - 1971) que abrió un periodo denominado por algunos historiadores como "Diez años de primavera". Culminó con la intervención militar norteamericana de 1954 y que, aunque es feriado, no es una fiesta importante, debido principalmente a que los gobiernos no se han interesados en promoverla. Recientemente debió asumirse la celebración del Acuerdo de Paz del 29 de diciembre de 1996, sin embargo, se recuerda solo en acto solemne desde el Palacio de Gobierno, sin llegar a ser una actividad de movilización social. Los Acuerdos de Paz firmados tuvieron la desafortunada circunstancia de no ser aprobados en la "consulta popular" ni incorporados sus compromisos en la Constitución Política.

En el Salvador, los Acuerdos de Paz del 16/1/1992 que pusieron fin a la guerra, también podrían ser una nueva celebración nacional, pero no se asumieron así; son una conmemoración política, periodística y académica limitada.  La no incorporación de estos sucesos del siglo XX en El Salvador y Guatemala ha dejado vigente solamente el de la Independencia de Centroamérica, sin actualizarse ante los nuevos hechos que marcan la vida institucional en estos países.  Una pregunta: ¿Por qué la clase gobernante no los ha asumido y los deja en un segundo plano, insuficientemente reconocidos?  Es principalmente a través del poder político desde donde se promueven u olvidan los hechos, quien los magnifica o minimiza, quien los institucionaliza como símbolos o mitos, quien los inculca en la formación y práctica, como aprendizajes o referentes.
Francisco J. Bautista Lara