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Jueves 14 de Julio del 2011 Edición No.5012
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Memorias de la lucha Sandinista
Monica Baltodano
El Día de la Alegría y la entrada a Managua el 19 de Julio

Los días previos al triunfo revolucionario fueron un hervidero de conspiraciones y negociaciones. Los Estados Unidos trataron hasta el último momento, de impedir el derrumbe de la dictadura, o, al menos, evitar que el sandinismo tomara el poder. Para ello, hicieron uso de su influencia en la OEA, tratando de conseguir la conformación de una fuerza multinacional de paz.

En el balneario de Puntarenas, Costa Rica, en la casa del entonces Presidente Rodrigo Carazo, hubo una reunión crucial, donde entre otros, asistieron: Daniel y Humberto Ortega Saavedra, Tomás Borge, Violeta Barrios de Chamorro, Alfonso Robelo, Sergio Ramírez Mercado, el Presidente Carazo y su Vice-Presidente José Miguel Alfaro, el Ministro de Seguridad Jhonny Echeverría, los Ex-Presidentes José Figueres Ferrer y Carlos Andrés Pérez; el asesor del general Omar Torrijos, Jorge Ritter y el Delegado del Presidente Carter, William Bowdler  .
Conforme los acuerdos tomados en esa reunión, el General Federico Mejía González, por la Guardia Nacional y el Comandante Humberto Ortega Saavedra, por el FSLN, se debían reunir para elaborar un plan de transición militar. Habría un Ejército integrado conjuntamente por la GN y el FSLN, y durante un año, el mando estaría a cargo del General Mejía y Tomás Borge, como segundo.

Somoza Debayle, renunciaría y nombraría un Presidente interino que estaría en el cargo hasta la llegada a Managua de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN). El Presidente interino entregaría la banda presidencial a Monseñor Miguel Obando y Bravo, y éste, a su vez, la transferiría a la JGRN. El acuerdo también contemplaba el cese de las acciones militares por todas las fuerzas.
Como se sabe, Francisco Urcuyo Maliaños, quien asumió como Presidente interino por su cargo de Presidente del Congreso Nacional, en el último momento, se entusiasmó con la banda presidencial y se negó a cumplir los acuerdos, afirmando que completaría el período de Somoza que terminaba en 1981, y ordenando al jefe de la Guardia Nacional que había nombrado, a continuar los combates.

Frente a esta situación, todos los estados mayores de los distintos frentes, recibimos la orden de intensificar las acciones combativas y marchar con parte de nuestras fuerzas hacia la capital, a conseguir la rendición incondicional de las fuerzas enemigas.

En síntesis, Somoza renunció en la noche del 16, el Congreso aceptó la renuncia y se inicia el proceso de traslado de Somoza y su comitiva al aeropuerto. Entre organización, traslado y  despedidas, al final Somoza salió del aeropuerto cerca de las cinco de la mañana, hora de Nicaragua, llegando como las 9:30, hora de Miami. El 17 de julio es desde entonces, el "Día de la Alegría" para los nicaragüenses.

La noticia de la renuncia del dictador Anastasio Somoza se conoció en horas muy tempranas del 17 de julio. La gente, a medida que se enteraba, salía a las calles a celebrar: estalló mucha pólvora y balas, y sonaron las campanas de las iglesias en los territorios liberados.

En estos testimonios, Javier Pichardo, del Frente Sur; Cristhian Pichardo, del Frente Norte; María Lourdes Jirón, del Frente Occidental; y en mi propio testimonio como parte del Frente Interno, se resalta no sólo la importancia de cada uno de estos Frentes, sino también cómo se vivió en ellos la noticia de la huida del dictador, cada cual a partir de sus propias realidades.

Conversación de Mónica Baltodano con Javier Pichardo, Lourdes Jirón, Cristhian Pichardo (17 de julio de 1999)

Mónica: Conversemos sobre aquel 17 de julio. ¿Dónde estábamos? ¿Qué acciones realizamos? ¿Cómo recibimos la noticia de la huída del tirano?

Javier, del Frente Sur: Yo estaba en Sapoá, territorio donde se ubicaba el puesto central de mando de todas las tropas del Frente Sur. Yo dirigía el sector más importante, y recuerdo que el 17 de julio, me enteré de la huída de Somoza por una comunicación del Estado Mayor; no me acuerdo la hora, ni me acuerdo de los detalles, pero sí que inmediatamente se lo comunicamos a las tropas y hubo júbilo, porque era parte ya del desmoronamiento de la dictadura

Nos enteramos de las dos cosas: que se va Somoza, pero que se quedaba Urcuyo Maliaños, y que no quería entregar la banda presidencial. La Junta de Gobierno había acordado, se había negociado, que íbamos a congelar las posiciones y que inclusive, nos íbamos a integrar conjuntamente en un solo Ejército, una cosa rarísima, porque la Guardia Nacional también se iba a reconcentrar para hacer un solo tipo de fuerza armada. No sé lo que iba a venir después, pero no nos gustaba mucho.
Cuando  Urcuyo Maliaños, dice que se queda, hicimos planes para retomar de nuevo la ofensiva, que no era tan fácil en el Sur, porque ya éramos muchos. En el sector que yo dirigía había más de un mil seiscientos hombres, y teníamos una retaguardia muy ágil, directamente con los ticos. Hubo un puente aéreo con los cubanos que le proporcionaron a Nicaragua el armamento necesario para las últimas semanas de la guerra, y disponíamos de mucho parque, de mucho material de artillería, de armamento pesado; éramos casi un pequeño ejército convencional. Entonces, no era tan simple planear una ofensiva en término de horas.

El 18 de julio, al día siguiente por la tarde, me acuerdo que llegó el General Alejandro Ronda, que era un cubano amigo nuestro, y nos dice que la Guardia de Rivas y de todo el sector de allí se estaba desbandando, y efectivamente, la patrulla de exploración ingeniera nos reporta que la Guardia estaba yéndose, que estaba levantando campo.

  Trabajos de investigación publicados por el periodista e investigador Roberto Sánchez Ramírez.
Continuará