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Desde Mi Ventana

El banquete pantagruélico de polillas

 

 

La otra noche desperté sobresaltado después de un terrible sueño.Por supuesto que no era la alucinación de Gregorio Samsa, de La Metamorfosis, de Franz Kafka, que al despertarse se halló en su cama convertido en un repugnante bicho. Nada de eso, soñé que extrañas y minúsculas figuritas penetraron, sin hacer ruido, al cuarto, donde están mis libros. La sala estaba vacía. Ningún libro, solo restos y algunas larvas muertas del opíparo banquete. Esa noche no pude dormir plácidamente como acostumbro hacer.

Nada más aparecer el alba, me levanté a revisar mis libros. Encontré diminutos bichos incrustados en muchos de mis libros, como las asquerosas garrapatas se ensartan en la piel del ganado y cabalgan para el resto de su miserable vida. Descubrí, de inmediato, una plaga de polillas.  Páginas de grandes autores fueron embuchados por esas larvas. Parecían a las brigadas de bomberos del ficticio país del apaga fuego Montag que surgía inesperadamente, en una casa para incinerar los libros. La razón: Los libros eran prohibidos. Esa novela de ficción se llama Fahrenheit 451, escrita por Ray Bradbury. Los personajes de esa obra consideraban a los libros como agua sucia. Y otro un arma cargada en la casa de al lado. Creen que con los libros incluso podrá andar por encima del agua.

 

Los libros, también, envejecen como los seres humanos. Sus páginas se tornan amarillas con el discurrir del tiempo, principalmente, las obras manufacturadas con material barato. Las ediciones cubanas, que adquirí en la época de los ochentas, envejecieron prematuramente.  A pesar de eso, las polillas degustaron de un banquete pantagruélico con esos libros amarillentos con las hojas deshechas.

 

Esas polillas, que pertenecen a la familia de las mariposas (lepidópteros), devora alimentos almacenados, la ropa y el papel. Ese insecto, capaz de engendrar más de cien huevos, parece, a simple vista, inofensivo, pero es capaz de destruir tu habitación y devorar una biblioteca, si no se limpian los libros con regularidad. Tal vez a esa alimaña diminuta le gusta el papel porque debe sentir el aroma de la madera.

 

Es esta el soporte del libro. Procede de lo que llaman la “corteza interior de un árbol”. Usualmente, uno compra libros y no los lee de inmediato. Los coloca en la sala de espera. Como por generación espontánea, surgen los pequeños monstruos entre los libros. En esa espera, el libro es consumido, paulatinamente, por las polillas, que avanzan como un ejército de marabuntas, sobre las bibliotecas. Allí están a sus anchas y devorando, sin cesar, cada página, como si fuese un apetitoso filete de exportación. Despacito, como diría Luis Fonsi, pero sin pausa.
Estos malditos insectos han colonizado gigantescas bibliotecas y nuestras casas. Estas polillas son capaces de destruir tesoros patrimoniales, si no se aplica un aseo frecuente, para eliminar esos bichos. Son peligro latente para archivos y bibliotecas. No sé cuántos libros perderían por esos insectos la biblioteca de Alejandría o la de Nueva York. Su principal alimento: El papel. Entre esas polillas destaca la carcoma «Nicobium castaneum», cuya larva excava galerías llenas de libros y legajos, y puede hacer verdaderos estragos tanto en el papel como en el cuero de las encuadernaciones. Otro temible enemigo es el escarabajo que devoran hasta cuero.

 

Quién no ha encontrado entre las páginas de sus libros afectados pequeños cráteres, que atraviesan las hojas. Y lo peor de todo es que estos insectos tienen un buen paladar, prefieren el buen papel e incluso les abre el apetito los documentos más antiguos y valiosos de la humanidad. Nuestro calor parece que las incita a devorar, sin pausa, los libros, aunque estén viejos y amarillentos. Dicen los expertos, cuando aparecen uno de los cadáveres impregnados en una hoja, significa que allí se estableció una mortal colonia.

 

El banquete está servido, si no hacemos nada al respecto. Es menester acabar con esos invasores, si queremos proteger nuestros libros e incluso nuestra ropa.Todo el acervo cultural del hombre puesto en peligro por esas minúsculas bestias. El escritor argentino Borge afirmaba que el libro es el instrumento más asombroso que tiene el hombre. Los demás inventos son solo extensiones de su cuerpo, El microscopio y el telescopio son extensiones de la vista, el teléfono, de la voz y la espada, de su brazo. El libro ha evolucionado en su forma a través de la historia. Los primeros materiales que se usaron en la antigüedad fueron la piedra y las tablillas de arcilla. Después vino el rollo de papiro egipcio.

 

En la Edad Media el material más utilizado en Europa fue el pergamino. Estas eran cosidas y encuadernadas formando los códices, de allí dieron el salto hasta los libros que hoy conocemos. Con la imprenta de Gutemberg en el siglo XV, se populariza el libro. Después en nuestros tiempos modernos aparece el libro digital o electrónico. No sé cómo hacían en la civilización mesopotámica para protegerse de esos infernales bichos devoradores de papel.

 

Allí se creó el primer libro por los sumerios. No sé si algunos incunables (libros aparecidos entre la fecha del surgimiento de la imprenta y el año 1500) hayan sido atacados por esa caterva de polillas. El futuro del libro no solo está amenazado por el libro digital, llamado también e-book, sino por la irrupción de colonias de polillas dispuestas a tragarse una biblioteca entera. Sin embargo, me atrevo asegurar que el libro no desaparecerá por la irrupción del libro digital. Más bien, creo que convivirán juntos. Se complementarán, sin problemas. Pero el libro impreso seguirá expuesto a su enemigo acérrimo las polillas y las termitas. La guerra aún no ha terminado. Las polillas pueden estar devorando sus libros, amigo lector, mientras Ud. lee este artículo. ¡Ojalá que no!

 

Por Denis García Salinas

 

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