Noticias Principales

 

 

 

Transmisión en Vivo

BOLSA CULTURAL

ADIOS, ANA ILCE GÓMEZ

 

Presentación

 

Un adiós a la más grande musa y poeta nicaragüense, Ana Ilce Gómez; nacida en Masaya en 1945, recién fallecida en estos días. Su poesía, que se distingue por una asombroso yo lírico y el preciosismo verbal de cada verso, que se demuestra en su primer poemario Las ceremonias del silencio (1975) y que la colocó como una de las mejores voces poéticas de la poesía escrita por mujeres. Poemas de lo humano cotidiano, Premio Único del Concurso Nacional de Poesía Escrita por Mujeres Mariana Sansón 2004.Sus primeros poemas fueron publicados en 1964 en La Prensa Literaria y Novedades Cultural. En 2006 fue incorporada como miembro de Número por la Academia Nicaragüense de la Lengua. “Desde sus inicios –aclaró Jorge Eduardo Arellano- la vimos desplegar la sustancia lírica de su mujercidad, la madurez absoluta de su técnica abrevada en la inteligencia y la lectura”, destacó el académico.

 

Nidya Palacios Vivas, una de las grandes investigadora y crítica de literatura escrita por mujeres, valora la poesía de Ana Ilce Gómez como: “La profundidad de su voz alcanza dimensiones universales que canta desde el microscópico mundo de la casa-prisión cuando reclama por qué a través del tiempo persisten los nombres de Ovidio y de Virgilio, qué corona tenían, mientras ella, la voz lírica dice: … “Mientras que yo/ que apenas/ acabo de nacer/ estoy muriendo”.

 

La muerte no es una mujer

 

La muerte no es una mujer
con el cráneo pelado y una corva guadaña
entre las manos.
La muerte es un hombre que galopa
entre las noches que columpia el insomnio.
Es un varón disfrazado de oscura damisela.
Tiene unas rosas en las manos
y un cordel para colmar el cuello.
Alguien un día dibujó a la muerte
con rostro de doncella. Pero ella es él,
pálido, abyecto,
que en la noche se llega hasta mi sueño
y como un perro fiel
me hace aspirar su aliento de témpano
y misterio
y con fría insistencia se me acerca
y me lame los pies.

Máscara del sueño

 

 

Sueño que el agua borra mis pies
que tengo una zarza entre las manos
que me muero de sed
que hay una piedra.
Sueño con rostros abolidos
por la muerte lejana
con árboles y pájaros inciertos
con un vasto desierto
y una rama de olivo.
Sueño con el vino y el pan
del ofertorio,
sueño que olvido.
Recostada en el agua
sueño que soy un pez primerísimo
y lejano.
Sueño que soy poeta
y escribo este poema.

Desátame

 

 

 

Poesía,
sujétame las riendas
bébeme de una sola vez
atrápame porque me puedo ir
y no tendré para contarte más nada
Abrázame como si fuera la primera
o la última vez
y prueba conmigo todos los venenos
del cielo y de la tierra
Estréchame contra la pared y dime
si has visto brillo más infinito
que el de mis ojos.
Regrésame de nuevo
Súbeme al paraíso
Desnúdame en tu infierno
Átame
Desátame.

Permanencia

 

Me he desangrado en el trabajo
de dar permanencia a la palabra,
piedra pulida que yo he lanzado
a lo profundo de las aguas
para que algún día el pescador
solitario lance su red
y entre los peces muertos
la descubra
y la lleve a su orilla
y la haga suya para siempre.

 

 

Ediciones Especiales