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Jack, el Destripador,

regresa a las redes sociales

 

Un asesino sin rostro deambula por las redes sociales. Este criminal no actúa solo por las noches como lo hizo en l888 el famoso Jack, el “Destripador”, en las callejuelas de los barrios de Whitechapel y Aldgate de la época victoriana en Londres. Ese hombre actuaba en aquellas calles sombrías y cubiertas de niebla londinense, para perpetrar sus abominables crímenes. A Jack, el Destripador, (Jack the Ripper en inglés) se le atribuyen al menos cinco homicidios. Este asesino cortaba las gargantas de sus víctimas y mutilaba sus áreas genitales y abdominales. Después, extirpaba sus órganos y desfiguraba sus rostros, particularmente de  prostitutas. Hoy, a l29 años de aquel asesino implacable, se cierne sobre la sociedad contemporánea una nueva amenaza, que no necesita esconderse en las oscuras callejuelas londinenses, sino que se filtra, sin sobresaltos y sin ruido, a miles de hogares, a través del internet. Y no es un solo asesino, sino varios e incluso organizaciones de perversos, que manipulan las redes sociales para engañar a niñas y adolescentes.

 

 

El mundo se ha achicado con la irrupción de las nuevas tecnologías de la información. El mundo sigue dividido en clases, les guste o no les guste. Karl Marx no se equivocó, pero la lucha de clases se congeló en el tiempo. Ese mundo dividido, descuartizado, se trasladó al submundo digital. Actualmente, hay alfabetos y analfabetos digitales. Eso tiene que ver con la pobreza, difícil de erradicar en el planeta. Hoy, gracias a esa creación, podemos intercambiar ideas, amistades y conocimiento. Y, sobre todo, perder el tiempo, con chateos  banales y colgando fotos absurdas.

 

 

El internet es una gigantesca biblioteca pública global, aunque desaprovechada por la mayoría. Al piropo y el acoso callejero se ha sumado un nuevo problema contemporáneo dentro de las redes sociales: la sombra del “Destripador” digital. No necesita callejuelas oscuras para perpetrar su crimen. Engañan a sus víctimas,  colgando fotografías de niños o adolescentes y hasta  galanes. Pero no son ellos. En el Facebook, particularmente, los jóvenes y adultos utilizan sus muros para expresar no solo sentimientos de admiración y amor a muchachas y mujeres hermosas y bellas, sino que son víctimas de acoso. Y, fatalmente, muchos de esos encuentros con desconocidos culminan con la violación o muerte de alguna adolescente.

 

 

Esas  noticias aparecen a diario en los periódicos del mundo entero. Y, lo peor de todo, es que detrás de muchos feisbuqueros se esconden enfermos sexuales, pederastas, acosadores, violadores de niños y timadores. Las redes sociales se tornan en redes sexuales, en una selva tecnológica en la que los depredadores actúan como bestias salvajes, en pos de sus víctimas inocentes. Estos pederastas, principalmente mayores, cuelgan fotos de niños o jóvenes para atraer a sus víctimas inocentes, pero en realidad son adultos e inclusos hombres mayores. El asunto se ha vuelto un grave problema, pues muchas niñas y jovencitas “pasan clavadas” a la computadora o su celular, chateando y entablando amistad con desconocidos. Otras chicas, incluso mujeres adultas suben fotos a internet con poses insinuantes. El resultado, frecuentemente, es fatal. El galán en el facebook se quitó su máscara encantadora para sacar a flote su rostro de violador.

 

 

Por eso dicen que las redes sociales se han convertido en un “hervidero de problemas.” Por  tal razón, las chicas y chicos no pueden confiarse. El peligro está allí, detrás de una pantalla y de un celular. En las redes sociales se amontona una infinidad de delitos: amenazas, usurpación de identidad, publicación de información privada, delito informático, calumnias, ciberengaño pederasta y acoso cibernético. Antes desconocíamos algunos de estos delitos contemporáneos. El acoso cibernético es, simplemente, el ciberacoso escolar. Este es el acoso que ocurre en las escuelas entre menores siempre conectados. Este acoso en línea también se da de manera personal. El acoso cibernético implica una persecución de forma repetitiva y hostil que pretende dañar al otro, por ejemplo, cuando se difama a una chica, través del uso de algunas tecnologías de la información y la comunicación como: el correo electrónico, los mensajes de la telefonía móvil, la mensajería instantánea, entre otros. Otro caso es el ciberengaño pederasta. Este sucede cuando un adulto trata de entablar amistad con un menor con el perverso fin de abusarlo. Muchas veces, este juego, aparentemente inofensivo, se vuelve harto peligroso cuando los niños son introducidos a la prostitución infantil o a la producción de pornografía. En Nicaragua, se han dado algunos casos, pero esta aberración se da, generalmente, en sociedades más desarrolladas digitalmente y ricas. Pero allí, existen leyes que castigan esos delitos con la cárcel.

 

 

Este tipo de jóvenes a menudo termina inmerso en otros problemas, como el consumo de drogas o alcohol, problemas de autoestima, abandono escolar, etc. En la selva del internet se encuentran otros peligros. Los bandidos crean páginas webs falsas para engañar a los usuarios que creen estar en un sitio de toda confianza. Detrás de esas páginas, están los estafadores que piden información de tarjetas de créditos para robarles.

 

 

Las informaciones confidenciales son apropiadas para estos delincuentes. Pero este es un tema de otro análisis. Los depravados y delincuentes encuentran en las redes sociales un mundo donde existen más de cuatrocientos millones de usuarios. La más utilizada es Facebook con 150 millones de usuarios. Existen otras también, de  gran acogida, por diferentes usuarios, tales como: My Space, Badoo, Google y Twitter. Es como arrojar a un tiburón dentro de una gigantesca pecera. El escualo se da un festín pantagruélico.

 

 

El acceso a las redes sociales puede darse a través de diferentes dispositivos tecnológicos, tales como: una computadora  portátil y de mesa, webcam y teléfonos inteligentes. Todos esos dispositivos te permiten encontrar “amistades nuevas”, encontrar un trabajo, relaciones profesionales, pasatiempos y los blogging. Muchas personas ignoran que cuando suben fotos pueden exponerse a que estas sean manipuladas por un depredador. Los padres no advierten que en sus teléfonos móviles sus hijos reciben contenidos eróticos o pornográficos, llamado sexteo. Lamentablemente, éste se ha puesto de moda entre los jóvenes, que se toman fotos desnudas y las envían a sus novios o viceversas.

 

 

Según una encuesta de National Campaign to Prevent Teen & Unplanned Pregnancy, el 20% de los adolescentes de 13 a 19 años admitieron haber enviado imágenes eróticas de ellos mismos por celulares o correos electrónicos. Esto es más común en países desarrollados, pero ese mal se ha trasladado a nuestros países. Jack, el “Destripador” entró de lleno en nuestras redes sociales.

 

Por Denis García Salinas

 

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