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Humberto Ortega, el hombre que vivió la historia patria

 

Por Denis García Salinas/ Desde Mi Ventana
No es el prototipo historiador ni el serio académico enclaustrado en una biblioteca buscando información histórica para escribir un libro, y contar experiencias pasadas o presentes, pero sin vivirlas. En cambio, Humberto Ortega ha vivido la historia para contarla como protagonista, testigo y observador de los acontecimientos de las últimas cuatro décadas que cambiaron la historia de Nicaragua.

 

Él no estudió historia en ninguna universidad ni tiene títulos en Historia ni mucho menos maestría o doctorados en esa disciplina. La vida de Humberto Ortega habría sido otra si hubiese aceptado la beca que le otorgara el embajador de España cuando se recibió de Bachiller en el colegio Maestro Gabriel para estudiar Arquitectura en Madrid. El arrojó por la borda los sueños de sus padres de verlo partir a la capital española a continuar su formación académica.

 

El jovenzuelo inteligente prefirió optar por el camino incierto, peligroso y áspero de la lucha armada revolucionaria. Humberto Ortega fue parte de ese grupo de jóvenes brillantes que prefirieron abrazar la bandera del FSLN y la de la Patria azul y blanca. Cuando cayó preso conoció a Pedro Joaquín Chamorro, director del diario La Prensa. El recuerda cuando doña Violeta, esposa de Chamorro, le llevaba comida, la cual la compartía con Humberto Ortega. Este no oculta su admiración por el periodista al afirmar que Sandino, Carlos Fonseca y Pedro Joaquín Chamorro son los tres grandes hombres de la historia de Nicaragua. Fonseca cayó en una emboscada en 1976, a la edad de 40 años, en Zinica, Matagalpa.

 

Daniel Ortega perdió el poder en las elecciones de 1990 ante Violeta viuda de Chamorro, la esposa de aquel hombre que había compartido celda y alimentos. En aquel entonces el ministro de la presidencia, Antonio Lacayo (QEPD) y un grupo de sus ministros, lo obligaron a renunciar de la jefatura del Ejército, a pesar que aún no se le vencía su mandato, de acuerdo a las leyes y reglamentos. Hasta un periódico local contó que Ortega con sus generales se iban a liar a golpes con los ministros de Chamorro.

 

Sin embargo, aquello no pasó a más. A 27 años del aquel episodio, que desató una crisis momentánea, Ortega lo recuerda, pero sin mostrar rencor por aquella decisión, porque pensó que eso era mejor para el país y la institución armada. Humberto, el gran estratega de la guerra contra la “Contra”, apoyada por EE.UU, supo leer los tiempos, como todo buen historiador. Después tenía dos opciones: regresar al partido o retirarse a la vida civil. Prefirió olvidarse del partido.

 

A pesar de estar retirado de la política, de vez en cuando aparece en público para dar una conferencia de prensa para abordar su visión del país. Ahora, Humberto Ortega no carga armas, porque está dedicado a la historia, que la ama intensamente. Es un historiador empírico, cuya pasión la aprendió junto a Carlos Fonseca, el principal líder del FSLN, en la década del sesenta y setenta. El, por sus grandes méritos de historiador, ha sido incorporado a la Academia de Historia de Nicaragua.

 

Humberto Ortega demuestra que es un hombre humilde y no alardea de vasta cultura, tampoco se vanagloria de su papel en la historia reciente de Nicaragua. El hombre que dirigió al ejército de 80 mil hombres armados, encabezó las pláticas con la Contra, presidida por Adolfo Calero Portocarrero. Los más duro en las negociaciones de paz del directorio de la Resistencia, eran Arístides Sánchez, Azucena Ferrey, y su hermano, recuerda. Después ayudó a conformar el Instituto de Estudios del Sandinismo y dejar un gran legado de documentos históricos al Ejército.

 

Hoy es un hombre que luce vestuarios modernos e incluso se le ve en camisetas de marcas y sandalias. El otrora poderoso Jefe del Ejército Popular Sandinista, compareció el martes ante un grupo de veteranos periodistas denominados “La Roca” para hablar sobre su pasado y presente.

 

 Después de la guerra contra la dictadura de Somoza en 1979, los sandinistas crearon el Ejército Popular Sandinista, bajo la dirección de Humberto Ortega, el hermano menor de Daniel Ortega, actual presidente de la república. En 1980, la CIA, durante el Gobierno de James Carter, creó la Contrarrevolución. Así, pues, inició lo que Ortega llamó “guerra de agresión” de un Estado contra otro. Luego formó el Frente Democrático Nicaragüense, según el entonces presidente de EE.UU., Ronald Reagan, para acabar en “tres o cuatro años” al ejército sandinista. Vaticino que no pasó.

 

 El ex militar Ortega ha mantenido un perfil bajo y evita comparecencias públicas. A Ortega se le podría atribuir esa alianza Gobierno y empresarios, que hoy por hoy enarbola el presidente Daniel Ortega como la fórmula para sacar adelante al país. En la reciente Conferencia Business Future of the Americas, que reunió a 400 empresarios de toda América Latina, elogiaron el modelo de alianza Gobierno y empresarios, para atraer inversiones a Nicaragua. Hasta el ex secretario de Comercio de los Estados Unidos, Carlos Gutiérrez, dijo que “este modelo tripartito es muy especial, nunca se había observado en el mundo, es una visión de paz y el presidente Daniel Ortega tiene un modelo único”.

 

 Humberto planteó por primera vez en Nicaragua la tesis de “cohabitación” de los distintos sectores, y valora al “centrismo” como la vía de la solución para el país. Insistió en convertir el “conflicto en acuerdo” en “cohesión social” que “fortalece el orden jurídico, la ley y la institucionalidad”. Antes de que esa alianza Gobierno y empresarios hubiese sido aplaudida por empresarios y políticos extranjeros, Humberto Ortega Saavedra, empezó hablar de una Concertación Nacional, con el candidato que resulte ganador en las elecciones de noviembre de 2016. El General Ortega tenía razón.

 

Por Denis García Salinas

 

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