Miles de feligreses participaron con devoción en el viacrucis penitencial en la Arquidiócesis de Managua. El acto religioso lo presidió el cardenal Leopoldo José Brenes, junto a su obispo auxiliar, monseñor Silvio José Báez. "Démosle gracias al Señor por este momento que hemos caminado, el cansancio no nos ha hecho quedarnos en el camino, porque tu (Señor) llegaste hasta el Golgota. También, nosotros hemos caído, hemos caído una, dos o tres veces, pero sin embargo, tú nos has levantado" expresó el arzobispo Metropolitano.
Con la entonación de cantos como Perdona a tu pueblo, Señor y Oh, Madre dolorosa, los feligreses católicos participaron de la vía sacra en sus respectivas diócesis. Muchos pagaron promesas al caminar de frente a la imagen de la Sangre de Cristo o Cristo crucificado, otros lo hicieron con los ojos vendados o de rodillas. En el caso de los niños, muchos vistieron de ángeles, con representaciones de pasajes del Evangelio o con pequeñas cruces en sus hombros.
"Este es un momento clave porque nosotros somos hijos de la Resurrección. No somos hijos de la Muerte", dijo el cardenal Leopoldo Josè Brenes, arzobispo Metropolitano en el contexto de las celebraciones por la Pascua de la Resurrección de Jesucristo, fundamento de la fe cristiana. El prelado invitó a los fieles a reflexionar, de manera personal, sobre su relación con Jesús y a transmitir el anuncio de Cristo está vivo a través de las redes sociales asì como a sus amigos y conocidos.
Tras conmemorar la Pasión y Muerte de Jesucristo, los cristianos celebran la Pascua. Durante cincuenta días, la Iglesia anuncia con énfasis la noticia de que Cristo resucitó y venció a la Muerte. El anuncio pascual constituye la base de la fe de los cristianos, que esperan la Segunda Venida del Señor. El tiempo pascual es el más fuerte de todo el año, que se inaugura en la Vigilia Pascual y se celebra durante siete semanas hasta Pentecostés. Es la Pascua (paso) de Cristo, del Señor, que ha pasado de la muerte a la vida, a su existencia definitiva y gloriosa. Es la pascua también de la Iglesia, su Cuerpo, que es introducida en la Vida Nueva de su Señor por medio del Espíritu que Cristo le dio el día del primer Pentecostés.