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Luz de Luna


Todo premio tiene de alguna forma connotaciones sociales y políticas, aparte de la calidad artística que lo avala. La conmoción mundial creada con la llegada de Trump a la presidencia de los USA, quizás aportó algún elemento para consolidar el Oscar a este film, dirigido por Barry Jenkins, sin restarle en absoluto sus propios meritos.


La La Land, con un guión más ligero y siendo una propuesta musical, como que no corresponde a los violentos tiempos que estamos viviendo, para ciertos análisis de algunos miembros de la academia. Su sentido de esperanza en medio de un mundo convulsionado quedó atrás frente a la cruda realidad.


Moon light, es un guión de Barry Jenkins, trabajado al estilo griego, que al fin y al cabo es la base de cualquier film clásico. El cine es el único arte que sigue marcado por los padres de la tragedia. Sus tres actos fueron titulados de acuerdo a los diferentes sobrenombres que va recibiendo el personaje principal a través de su vida: Little, Chiron y Black.


Estas tres etapas en la vida de Chiron; niño, adolescente y adulto, son interpretadas por los actores: Alex R. Hibbert, Ashton Sanders y Trevante Rhodes. Un buen trabajo de dirección actoral que hay que reconocerle a Jenkins, al lograr, al final, darnos un personaje coherente con sus miedos y preocupaciones propios de cada acto.


La sutileza con que el guionista trata el tema de la homosexualidad del personaje contrasta con la violencia prácticamente constante del entorno de las barriadas de Miami y mafias de las drogas, como una constante que se mantiene a través de todo el film. Un contrapunto entre la frágil preferencia sexual y el entorno machista, racista e intolerante.


El silencio es trascendental, como lo fuese en un film de Bergman. Chiron habla muy poco. El director acentúa sus expresiones y sus situaciones en silencio. El silencio de los inocentes de todo el mundo. El silencio.


Aunque parezca lo contrario, este film es una historia sensible, muy sensible, de búsqueda de identidad sexual, que también significa el encuentro de nuestro propio espacio. Necesidad elemental de todo ser humano. El lugar que ocupa en su conglomerado social y el respeto, consideración y reconocimiento que se merece.


El siglo XXI se nos ha venido encima y quizás no nos hemos dado cuenta que de alguna forma, seguimos siendo intolerantes, machistas, racistas y homofóbicos de una manera irracional e inconsciente. Este film nos hace un llamado de atención puesto que lo que estamos viendo en los USA, en este momento, es un florecimiento de esos antivalores y en el horizonte se vislumbran las cruces ardientes del Ku Klux Klan.

 

 


Por Edgard Vargarruiz

 

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